La musa de Béjart
Luisa Díaz, primera bailarina del Béjart Ballet Lausanne, se presentó en clausura de curso de la EBAT
Silvia Márquez / Toluca
Primera de dos partes
Tres barras de calentamiento para ballet aparecieron en el escenario del teatro de la Escuela de Bellas Artes de Toluca. Las luces se encendieron y uno a uno, doce alumnos enfundados en uniformes de ensayo, tomaron sus lugares en el escenario. Una voz en el micrófono presentó los ejercicios en la barra. Música y movimiento en el interior del teatro, afuera la tarde lluviosa y a un costado del escenario la última musa de Maurice Béjart.
Luisa Díaz González, primera bailarina del Béjart Ballet Lausanne, se presentó en Toluca para mostrar un programa dancístico a manera de clausura del taller "De la danza clásica a la danza postmoderna", mismo que impartió durante 42 horas a alumnos de diversos niveles de danza clásica de la EBAT.
La presentación contó con la participación especial de Ana Lilia Díaz, hermana de Luisa y bailarina de la Compañía Nacional de Danza, que interpretó "Sola", número con el que se hizo acreedora del Gran Premio Terpsichore en Bélgica.
Al finalizar el evento y poco antes de que las luces se apagaran, IMPULSO platicó con Luisa Díaz, quien se prepara para bailar ante el Presidente Vicente Fox en la inauguración de la Biblioteca "José Vasconcelos", antes de regresar a Suiza, donde radica actualmente.
Al inicio de tus estudios, tu entrada a la escuela de Ballet en Nueva York tuvo algo de suerte...
Sí, podría decir que bastante suerte porque los planes eran que fuera a Estados Unidos para aprender inglés, pero mi mamá sabía que me gustaba bailar, así que le dijo a mi tía ‘la inscribes en una academia de ballet’. Mi tía me llevó a la mejor escuela de ballet de Nueva York porque era la que quedaba cerca de la casa, hice audición y me aceptaron. Entrar a la School of American Ballet fue un gran triunfo para mí, estaba muy orgullosa y después empezaron los ensayos para ‘El Cascanueces’ con el Lincoln Center Ballet, que es una compañía muy importante en el mundo; hice audición para participar pero yo iba por el papel de un ratoncito o un rol extra y resultó que me dieron el papel estelar de Marie. Al principio no sabía muy bien lo que pasaba, tenía ocho años y no entendía quién era Marie. Al salir de la audición los reporteros me preguntaban ‘¿cómo te sientes?’ y yo decía, ‘pues no es gran cosa, voy a salir pero no sé ni qué bailaré’; fue en la noche cuando me puse a ver un libro y me di cuenta que tenía el papel protagónico. Significó un gran triunfo, sobre todo porque era una mexicana bailando en Estados Unidos. Recuerdo que en la audición había niñas con peinados de salón de belleza, caireles y demás; yo me deshice mi chonguito y entré así, sin más ni más, pero lo que contó finalmente fue la danza y puedo decir que en ese momento comenzó toda mi carrera. La directora de la Ópera de París me vio bailar en esa obra y me dijo ‘tengo un lugar para ti en París, ven y te admito becada en mi escuela’ y ahí estuve un año; en ese entonces tenía 10 años. Después mis papás me dijeron que estaba muy chiquita, que me regresara a México y aquí entré a la Escuela Nacional de Bellas Artes en donde estuve hasta los 15 años pero yo sabía que podía haber hecho algo más. Me quedaba la espinita en el corazón. Volví a contactar a la directora de la Ópera de París y me dijo ‘te acepto, eres un caso excepcional, tienes 15 años y normalmente sólo acepto niñas pequeñas’ entonces fue como me gradué de la Escuela de la Ópera de París. Yo pensaba regresar a México y entrar a la Compañía Nacional de Danza para estar con mi familia, pero ella me dijo que había un contrato para una bailarina que ofrecía Maurice Béjart, pero yo pensé ‘eso es un sueño, ¿cómo me va a aceptar a mí?’. Fui, hice la audición y a la semana ya tenía mi contrato, lo firmé y desde los 17 años estoy en esa compañía.
¿Cómo explota en ti el contraste de técnicas; la americana y la europea?
Al principio me costó muchísimo trabajo ya que en México tenemos otra nomenclatura de pasos. Los pasos están en francés y los mexicanos los hemos cambiado completamente; por ejemplo, al paso más simple, aquí le llaman tendu cuando en realidad es dégagé. Me costaba mucho trabajo porque en Europa dictaban los ejercicios en voz alta y yo no podía seguirlos, sí sabía el paso que era pero no lo reconocía por nombre. Aquí en Toluca, en el curso que impartí, desde el principio les cambié los nombres a los pasos y empecé a nombrarlos como se usan en Europa para que cuando los alumnos vayan allá puedan seguir una clase de ballet auténtica.
Tu mencionas ‘cuando vayan a Europa’, pero la realidad es que muy pocos llegan
Así es, muy pocos llegan. Yo me fui con una beca de Bellas Artes y les agradezco mucho. Sí se necesita tener talento, pero sobre todo creo que hay que saber aprovechar las oportunidades. Creo que todos tenemos una estrella, entonces al final se trata de elegir las oportunidades y tomarlas.
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