David Hernández inaugura museo en El Piojo
Vamos a volver a sacar el arte a la calle y a observar lo fundamental: la actividad del ser humano
Propuesta de arte contemporáneo en mitad de un tianguis donde el espectador es artista
Blanca Ocampo
Toluca
El domingo pasado no fue como cualquier otro en el típico tianguis El Piojo, ubicado en Metepec. El colorido de la ropa, el olor a fritangas, el griterío de mercaderes y merolicos, el polvo de muebles usados, el óxido de viejas herramientas, el sonidero para la venta de discos pirata, la oferta de plantas, frutas y verduras, y aún más, fueron partícipes de la propuesta artística de David Hernández, quien convirtió al punto del medio día este famoso espacio popular en un museo.
Bajo las bases del arte contemporáneo este joven artista plástico, estudiante de la Escuela de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), emprendió una crítica creativa al ‘todo se vale’, argumento con el que se pretende justificar actualmente a cualquier cosa como producto artístico.
No faltó el corte del listón, la colocación de la placa conmemorativa, el discurso y los aplausos frente a la mirada curiosa de quienes compraban y vendían sin saber del todo que también formaban parte de esta lúdica propuesta.
Una manta con la leyenda ‘Museo’ recibía a los visitantes, fichas técnicas identificaban a algunas de las piezas -Performance de mercader establecido. Gran Bazar Toluca-, señalamientos para indicar la dirección hacia la pulquería, el cervecentro y otras zonas de interés fueron elementos suficientes para llevar a cabo el objetivo de David Hernández, quien en entrevista para IMPULSO explicó más a fondo esta propuesta a la que anteceden ya algunas otras de igual originalidad, ejecutadas también en espacios públicos, asegurando que "ha sido un proceso bastante largo, es todo un camino el que ya tengo trabajando en este tipo de cosas".
El comienzo para este Museo que hace artista al espectador fue precisamente la atención de David Hernández sobre esta realción, pues advierte que muchas veces el arte no puede ser entendido por el público, lo cual ha obligado a buscar validaciones intelectuales o de cualquier otro tipo.
Es entonces que David establece la vinculación con la gente de manera directa y da inicio al "proceso de validar una cuestión que aparentemente no es arte, que socialmente en nuestro país no se entiende como arte porque seguramente a éste lo ven como un cuadro, una escultura, o algo así. El arte contemporáneo, el arte actual está muy poco difundido en nuestro país".
Sobre ello comentó a manera de ejemplo lo que sucede con el Museo de Arte Moderno del Insituto Mexiquense de Cultura (IMC): "ni siquiera es de arte contemporáneo, es museo de arte moderno (...), tú llegas: soy un artista joven, tengo una propuesta de trabajo, y no hay espacios para propuestas de esta naturaleza", por lo que David asume una actitud combativa frente a las instituciones, "es la lucha de decir: como institución, o te actualizas o te mueres".
Así, David Hernández pretende echar mano de los conceptos sobre los que descansa el arte contemporáneo para ponerlo en jaque: "tengo las armas del mismo arte contemporáneo, es decir del vale todo", a propósito de lo cual recuerda a Gabriel Orozco, quien alude que cuando la gente entra a un museo puede llegar a decir ‘esto hasta yo lo hago’, en términos de las nuevas formas de expresión, pero, asegura David, "el problema ahí es que el artista lo hace y me visto de todas esas armas del arte contemporáneo para decir y hacer cosas con plena libertad".
Ya definido esto comienza a trabajar con "otro espacio público –lejos de galerías o museos-, con gente que no tiene nada que ver con el arte, pero con la propuesta de hacer algo artístico. Vengo al tianguis y empiezo a organizar la estrategia: conceptuar el espacio que es un tianguis, el bazar conocido como La Pulga, a un museo para que te permita ver todo lo que haya aquí adentro como una pieza artística, una obra de arte, por eso los mercaderes tienen una ficha técnica".
Sin embargo, acotó David Hernández, para llegar a ello fue necesario un proceso teórico y de investigación citando las ideas de Marcel Duchamps para quien "lo importante no es el artista, sino que el artista elija un objeto y entonces ya es arte porque el artista lo elige así. Un principio del siglo anterior lo retomo para hacer burla de todo lo que ha pasado en el arte contemporáneo y digo ‘me elijo como artista, elijo al espectador, elijo el museo, al espacio artístico y elijo a la piezas’. Esto es un proceso histórico al que ha llegado el arte y lo retomo para decir: se vale todo, enotnces esto es arte, esto es performance, soy artista".
Sin embargo, para David Hernández sí debe haber límites al respecto: "Algunos piensan que se va a regresar a las tecnicidades de la pieza artística, pero después de todo esto va a ser difícil (...) Esto es una propuesta así, bien cimentada en lo que está sucediendo en el arte, lo que propongo es jugar con el espectador, vamos a quitarnos ese espacio del museo arcaico y vamos a volver a sacar el arte a la calle, aunque suene muy dramático y volver a observar el objeto principal del arte, fundamental para mí: la actividad del ser humano; lo que hay aquí es humano, es regresar a eso pero cimentado en lo que propone el arte conceptual, contemporáneo, el performance, el happening".
Pero además de la argumentación conceptual, David Hernández ha puesto en juego la experiencia de vida: "Comencé con esta idea antes de entrar a la Escuela de Artes Plásticas. El primer gran intento fue el hecho de irme a vivir a la calle, el hecho de que yo haya decidido en determinado momento salir a vivir a la calle sin necesidad alguna, como indigente, fue un primer acercamiento a esta necesidad de expresión, porque esto es una expresión en contra de un sistema (...)
"Ahora ya estoy de alguna manera en cierto circuito artístico, me ha estado ayudando la escuela mi otro trabajo como artista y esto me permite elaborar este tipo de acciones basadas en tiempo atrás, pero cimentadas como propuesta artística, como arte contemporáneo", aseguró David Hernández.
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