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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Las razones del diablo | Reacomodar convocatorias

 

 

Dionicio Munguía J.

Si el instituto Mexiquense de Cultura quiere evitar críticas alrededor de la convocatoria para los estímulos a creadores del Estado de México, debe realizar una renovación total de las bases sobre la cuales se participa, sobretodo, buscando la claridad de los resultados e, importante desde cualquier punto de vista, los productos que se obtendrán al término del estímulo.

Si lo que quiere el Instituto es beneficiar a más personas, sin un proceso artístico real, debería incluir en las bases una cláusula que impida la participación de los que fueron beneficiarios años atrás, no importa que los proyectos ganadores de este año no tengan la suficiente calidad que sustente un producto final cuando menos decente.

Esto implica, por supuesto, una participación masiva de mediocridad y buenas intenciones, pero no de actividad artística real, no artistas comprometidos con el arte, sino de pensamientos obtusos que creen, ingenuamente, que sus balbuceos iniciales son ya producto de exportación, que lograrán los más grandes reconocimientos porque lograron obtener una beca FOCAEM.

La cantidad no es lo importante al otorgar una beca, sino la calidad. Si las modificaciones a la convocatoria que se deben estar realizando por estos días, están enfocadas a la cantidad y no la calidad, a otorgar a más personas un estímulo sin repetir nombres, estaremos frente a una equivocación histórica y burocrática. Se estará premiando la mediocridad, la estulticia artística, el amontonamiento de nombres y no de obras como sucede con dos antologías publicadas recientemente y que andan circulando por ahí, donde la cantidad de páginas fue más importante que la calidad de textos.

El Estado de México, como en todas las expresiones sociales que convergen en él, sin que esto sea demagogia, necesita artistas vivos y actuales, no importa si son de más de setenta años o menores de 20; no importa si tienen una larga lista de títulos publicados o simplemente han editado sus primeros textos en revistas marginales o periódicos; no importa si tienen trayectoria internacional o simplemente lo conocen en su casa.

Lo verdaderamente importante es que su trabajo tenga la calidad mínima para ser reconocido, que intente, mediante el experimento o el formalismo, una propuesta artística de valor y no sueños mediocres que sólo incitan, perdón por el eufemismo, lástima y desagrado.

Si el IMC realmente está pensando en modificar la convocatoria para que no se repitan nombres, está en lo correcto, pero también debe crecer las expectativas de calificación de proyectos, de análisis y de evaluación final de los mismos para que los beneficiarios cumplan con lo estipulado.

Es necesario también tener un mecanismo más concreto que lo se tiene hasta el momento para conocer los resultados de esos estímulos económicos que se dan a los artistas, porque, como dice una persona muy cercana a mí y que no está inmiscuida en esto de la artisteada, “¿qué demonios se hace con el dinero de nuestros impuestos? ¿Cómo sabemos que realmente se están realizando proyectos artísticos buenos y no simplemente pendejadas que nadie entiende?”

Ya fui beneficiario en dos ocasiones por el FOCAEM (2003 y 2005 en letras). No veo mal ese tipo de candados para participar nuevamente, pero que esos candados tengan razón justa y no se premie, recalco nuevamente, la simple mediocridad en el afán de no repetir a los que ya ganamos en otra ocasión.

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