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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Plainte

El disco más reciente del guitarrista mexicano Francisco Gil viaja entre la interpretación musical y la investigación de música barroca

Silvia Márquez

Toluca

Desde los trece años Francisco Gil lleva entre sus manos la curiosidad por explorar nuevos caminos sonoros a través de las seis cuerdas de la guitarra.

Los proyectos musicales lo han llevado a desarrollarse como concertista, docente e investigador, siendo éste último el tema central de la charla que IMPULSO sostuvo con el guitarrista clásico.

Francisco recuerda que en 1982 llegó a la música cuando tenía 13 años, hecho que define como "una consecuencia lógica" debido al ambiente familiar en el que la melomanía ha sido un ingrediente fundamental.

Sus estudios comenzaron con Francisco Montes de Oca, quien lo alentó a realizar el examen de admisión al Conservatorio Nacional, donde comenzó su preparación profesionalmente.

"Prácticamente todo mi tiempo de estudio en el Conservatorio Nacional estuve bajo la dirección de Marco Antonio Anguiano, que ya falleció, pero que en su momento fue un gran guitarrista. Mi formación no fue únicamente dirigida hacia la guitarra, fue una general como músico y tuve muy buenos maestros. En materias teóricas fui alumno de Mario Lavista, un excelente compositor; en música de cámara y música antigua fui alumno de Horacio Franco".

A la par del CN, Gil viajó a Italia donde realizó estudios con el maestro Angelo Gilardino en el Conservatorio Vivaldi de Alessandria y en la Academia Perosi de Biella.

Es el invierno del 99 la fecha que marcó el regreso de Francisco Gil a México y que estuvo ligado a "la idea de venir a trabajar aquí. Yo creo que la situación ha cambiado mucho en México respecto a cuando yo era estudiante. En aquella época, fuera del DF no había en donde un músico pudiera aspirar a formarse profesionalmente. Pero mi idea fundamental fue no trabajar en el Distrito Federal, sino fuera de la capital para que la gente que tuviera necesidad de formarse no tuviera que recurrir al centro".

Una vez en México, Gil acudió a un concurso para ingresar como docente en el Conservatorio de Música del Estado de México (COMEM), en donde actualmente labora, además de alternar en Morelia y el Distrito Federal.

La investigación: Manuel M. Ponce y la música barroca

Aunque Francisco Gil reconoce que no es un investigador en el sentido estricto de la palabra, apunta que es "un músico que trabaja por proyectos artísticos donde me planteo un objetivo relacionado a algún tema sobre la música, defino un objeto de estudio y empiezo a trabajar alrededor de eso, pero no me limito únicamente a tocar la música sino que llevo a cabo un trabajo de profundización en esa música que estoy tocando".

Uno de los trabajos más reconocidos del guitarrista es el que realizó con los manuscritos autógrafos de Manuel M. Ponce, del cual explicó que "la actividad de Ponce como compositor de música para guitarra se vio completamente vinculada y condicionada a su relación con Andrés Segovia quien fue un filtro muy importante para la música de Ponce. Ponce no siendo guitarrista se fiaba completamente de las orientaciones que Segovia le daba como instrumentista. En más de una ocasión Segovia no dictó sus juicios únicamente por una cuestión de comodidad instrumental o de idiomaticidad instrumental sino también por sus propios gustos y costumbres. Ya pasados tantos años después de la muerte de Ponce, que murió en 1948, y de Segovia, quien cuando yo hice el estudio ya había fallecido, se hacía necesaria una revisión de lo que había sido el material original. No para suplantar o juzgar la intervención de Segovia, sino para sopesarla, poder evaluarla y entender un poco mejor cual fue el proceso de transformación (...) el cuadro nada más estaba a la mitad, conociamos la parte de Segovia, había que conocer la otra. Ese fue mi proyecto de trabajo y la conclusión de eso fueron una serie de conciertos, cursos y una grabación para dejar un documento al final. Fue así como tuve esa primera grabación, que fue hecha en Italia, dedicada a la música de Manuel M. Ponce".

Después del proyecto de la música de M. Ponce, Gil comenzó un estudio sobre música barroca escrita para laúd.

"Se compuso mucha música interesante y buena que por el desuso en el que ha caído el instrumento, sobre todo fuera de Europa, es música que ya no se conoce. El hecho de que yo conociera esa música y saber que es de un gran valor artístico, me hizo plantearme el reto de ver en qué medida podía recuperarla para guitarra. Elaboré todo un sistenma de transcripción que no se limitaba a pasar la nota tal cual a la guitarra, sino de hacer toda una búsqueda. Ese proyecto también tuvo varios puntos de arribo, el primero el de los conciertos, algunos cursos y lo más reciente fue la grabación de un disco compacto dedicado a esa música" dijo Gil.

La estructura del disco está formada por cuatro suites y una pequeña pieza suelta que se llama ‘Plainte’ (Lamento) y es la que le da el título al disco. La grabación presenta música del barroco intermedio y del barroco tardío de compositores como Giovanni Zamboni de Italia, David Kellner de Alemania, Silvius Leopold Weiss de Bohemia, François Dufault y Charles Mouton de Francia.

Francisco Gil opina que ‘Plainte’ apunta a "dejar un documento referencial. Creo que ninguno de los dos discos -el del M. Ponce y ‘Plainte’- son de los que puedas poner y escuchar de principio a fin porque no fueron pensados para eso, son más bien documentos de consulta".

Sin embargo, ‘Plainte’ es una selección de "música bella y con una alta capacidad de comunicación con el público, no es críptica ni hecha para gente que ya tiene una gran familiaridad con la música clásica". Además se ha enviado a revistas especializadas en casi todo el mundo y a emisioras radiofónicas. Según Gil "ya ha sido transmitido en varios lugares. Sé que se transmitió en Radio UNAM, en una estación brasileña, otra alemana y ya he empezado a recibir reseñas y críticas de Argentina y España".

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‘Plainte’, la más reciente producción discográfica de Francisco Gil se puede encontrar en el negocio de discos del Palacio de Bellas Artes y en Toluca en librerías como ‘El placer de leer’ y la librería universitaria.

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