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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

Herencias a las universidades

Por: Heber Quijano

Aunque nuestra sociedad posmoderna y globalizada parezca abandonada a su propia gula antropófaga, aunque la mecánica del poder limite cada vez menos el acceso a quienes están alejados de los círculos dinásticos del poder, aunque el mercado someta todas las posibilidades de elección, aunque cada vez perdamos más la esperanza, aún vemos actos revitalizantes. Uno de ellos es la gratitud. Pero no nos llamemos a equívocos bochornosos y absurdos. No hablo de la gratitud mercantilizada, bono de corrupción y nepotismo, letra de cambio que en la oligarquía iguala a zurdos con diestros, a adelantados con cavernícolas, cuaternarios, hipócritas y toda la sarta de adjetivos, o verdades, que ustedes quieran ir sumando a esa especie antropomórfíca que se hace llamar "políticos". No hablo de la gratitud como el principio fundamental del político, como enarbolaba cierto profesor empoderado de nuestro ilustre estado de México. No.

Hay una gratitud que alienta a los peatones como yo, aquella en la que las instituciones que más apoyo necesitan salen beneficiadas. Me refiero a la donación de libros que recién acaba de protagonizar Carlos Fuentes, como homenaje a Julieta Campos, otro referente de la generación de Medio Siglo y de la literatura mexicana, pues aun siendo originaria de Cuba, se asumió mexicana durante más de 60 años de residencia en nuestro país. Acompañado de intelectuales de primer nivel, incluyendo al Gabo Garcia Márquez, su gran amigo y partícipe del "boom" literario latinoamericano, Fuentes donó 300 libros de sus obras en primera edición y traducciones a más de 20 idiomas a la Biblioteca Nacional, dirigida por el escritor e intelectual Vicente Quirarte, a quien por cierto será homenajeado en el Festival de las Almas. Graduado de la UNAM, Fuentes conformó una generación dorada de universitarios con Vicente Leñero e Ignacio Burgoa, y le reconoció a la máxima casa de estudios su "legado humanista" y su "acento en la ciencia, la tecnología y la informática".

El gesto filial de Carlos Fuentes se equipara con el de otros intelectuales. Sergio Pitol confesó que su biblioteca pertenecerá a la Universidad Veracruzana. Nuestro Premio Cervantes posee una vasta obra literaria tanto en su calidad de escritor consagrado como en la de agregado cultural, embajador y traductor, que seguramente se sumará a la propia herencia que legó el otro pilar literario de Veracruz: Sergio Galindo. El poeta Ruben Bonifaz Nuño donó una casa a la UNAM, cuando ser poeta aun permitía vivir bien.

Por nuestro rumbos, Luis Mario Schneider, a pesar de haber realizado gran parte de su trabajo literario y de investigación en la UNAM, privilegió a la UAEM con su casa y su biblioteca, de proporciones considerables, que ahora verán el primer impulso digno de atención constante al albergar el Departamento de Filología de la UAEM. Bienaventurada la universidad pública que asimila la gratitud edificante.

Comentarios: heberquijano@yahoo.com.mx

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