Subasta de la UAEM, tal vez la última en Toluca
Poca gente y menos obras vendidas en la subasta que organizaron la Fundación UAEMéx, Summa de Talentos y el Museo Leopoldo Flores
Por: Silvia Márquez / Toluca
La voz vibraba a través de un micrófono. Los últimos minutos antes de dejar caer el martillo hicieron cálida la velada.
Paul Achar, el encargado de llevar la subasta, se acercaba a las personas que resistieron en su lugar y con un discurso casi al final intentó estimularlos a alzar las paletas: “el arte es una inversión”, “estamos ayudando a estudiantes con becas de movilidad”, “vendimos ayer en Veracruz una obra parecida al doble de precio”, “compremos a nuevos artistas”, repetía una y otra vez.
Animaba a los edecanes a acercar más los cuadros a los posibles compradores. “Déjalo que lo sienta”, les decía. Con gritos, susurros, la voz entrecortada, manotazos al aire, sonrisas; en todos los tonos y formas posibles, pero nada. Ante poco público, poca compra. No había mucho qué hacer.
Salieron a piso obras de todo tipo y con diversas firmas plasmadas sobre ellas: Santos Balmori, Rony Shubich, Adriano Silva Castañeda, Yolanda Quijano, Xólotl Polo y Alejandro Quijano, entre otras, que, sin mucho éxito, tuvieron que regresar, ser embaladas y esperar nuevos compradores, tal vez en otra ciudad, un una galería extranjera o en una subasta exitosa.
Las obras con un precio de salida de cero pesos lograron las pujas más atractivas de la velada, pero los bolsillos de los compradores no aguantaron mucho y éstas terminaban antes de llegar siquiera a los 2 mil pesos. Con esa suerte se fueron obras de Jorge Velarde, Isaac Holoshutz, Dina Eugenia y el propio Paul Achar, entre otros.
Poco a poco obras plásticas de diversos estilos, técnicas y formatos pasaban frente a los ojos y salían de la sala. Los asistentes tomaban vino o comían algún bocadillo que los meseros ofrecían, pero sólo las manos de algunos eran las que se mantenían ocupadas con las paletas de subasta.
Cuando se anunció que sería subastada la obra de José Luis Vera, director de la Escuela de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México, alguien preguntó: “¿y él dónde está?”. Nadie supo la respuesta.
La ausencia de los artistas locales, como alumnos y maestros de la Escuela de Artes, los integrantes del taller de experimentación gráfica La Pintadera o los ganadores del concurso Arte Abierto, Arte para todos, mostró la apatía que se tiene en esta ciudad hacia los proyectos culturales, no se diga desde las autoridades, sino desde los propios artistas de los que se subastó obra.
Del lado de las autoridades culturales, no se contó con la presencia del rector de la UAEM o algún representante personal, ni de secretarios universitarios, ni siquiera la de Difusión Cultural, Lucila Cárdenas, o el Presidente de la Fundación UAEMéx, César Camacho, quien, si bien dejó su postura hacia algunos cuadros antes de la subasta, no estuvo presente en el evento.
Sólo dos directoras de museos locales, Celina García del museo organizador y Margarita García Luna del “Luis Nishizawa”. Ningún director de Centros Regionales de Cultura.
El público: en su mayoría integrantes de la Fundación UAEMéx o trabajadores del Museo Universitario “Leopoldo Flores”.
En el ambiente reinaba una escasa participación por parte de invitados especiales y la imagen de artistas comprando la obra de otros artistas, ya sea por solidaridad, para conservarla en el grupo o para venderla a un precio mayor en otras circunstancias.
La energía del subastador se mantuvo hasta el agradecimiento final a los escasos compradores que quedaban en el salón, cerca de las 22 horas del jueves, pero la promesa de otra subasta en Toluca se diluyó en el aire, se escondió tras las paletas no entregadas y debajo de las escaleras que no subieron aquellos que en teoría están comprometidos con el arte y la cultura.
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