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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

La ventana indiscreta

La ventana indiscreta

 

 

 

El pasado cinematográfico de Christopher Nolan

 

Por: Eridania González Treviño

 

"Cada objeto revela algo muy íntimo de otra persona… es un gran privilegio verlo".

Cobb (Following)

 

Amante del blanco y negro, del dramatismo y la sorpresa, Christopher Nolan, joven escritor y director inglés, se consagra con su excelente trabajo en la realización de The Dark Knight (2008) y, por su puesto, con el antecedente introductorio de ésta, la entonces esperada Batman Begings (2005) cuyo argumento retoma a un personaje atormentado surgido de lo más oscuro de la noche.

Renovado a mediados de los ochentas por Frank Miller y sumergido por él en el mundo patológico del resentimiento, Batman abandona al súper héroe y se convierte en el investigador secreto de una ciudad verosímil con personajes verosímiles. Así, el Joker surge como el burlesco antagonista que raya de manera ‘consciente’ en la locura y lo grotesco, y quien, como buen psicópata exhibicionista, está dispuesto a ofrecer a todo espectador, una muestra de cierta crueldad inteligente y refinada perfectamente planeada.

El disfraz es un elemento importante que implica la doble personalidad del individuo. El espectador conoce la identidad de ambas estructuras: Bruce Wayne encuentra su doble en Batman, sin embargo, un juego muy gustado y utilizado por Nolan es aquel que consiste en no permitirle al espectador ser intérprete omnisciente de la historia, de esta manera, el público también será sujeto de los engaños del Joker, jamás sabrá de dónde viene y a dónde fue, mucho menos quién está detrás de la enmascarada sonrisa, papel muy a la medida para este personaje.

La reinterpretación de estos personajes más ubicados en el realismo humano de nuestro mundo se debe a experimentos fílmicos y juegos estructurales basados en argumentos posibles, identificados por cualquier espectador, que encuentran su origen en un pasado cinematográfico donde el carácter de los personajes es el centro de la historia y el detonante de su desarrollo.

Este juego, aplicado directamente al espectador, comienza su ejercicio con Following (1998) y lo lleva a la cumbre de la perfección con Memento (2000). Ambos, filmes de limpia y novedosa realización se caracterizan por su experimento narrativo aplicado a un género denominado Film noir o cine negro de las décadas de los treinta y cuarenta, que se hace más evidente en el primero de ellos.

Following

comienza su desarrollo desordenado y fragmentado con la toma entre los créditos iniciales de una mano cubierta de látex que ordena pequeños objetos, entre ellos una fotografía, dentro de una caja de recuerdos. No es el inicio de una historia lineal, de hecho no es el inicio ni lo de en medio ni lo del final, es sólo un detalle que muestra motivos esenciales que darán la respuesta a vacíos intencionales de la historia, tal escena se unirá con otra de manera muy sutil, casi imperceptible por su alejamiento temporal entre una y otra.

Casualmente, la primera escena de Memento es una mano que agita una fotografía instantánea cuyo contacto con el aire difumina la imagen hasta desparecerla, al igual que como se difuminan los instantes inmediatamente después de dejarlos pasar, así comienza el camino hacia atrás de una historia que necesita ser contada de reversa y, al igual que Following, es un rompecabezas con movimiento que debe ser armado hasta conocer todas y cada una de las piezas.

La fijación casi fetichista con los objetos describe a los personajes. Por un lado, un escritor que gusta de seguir personas se convierte en blanco perfecto de un engaño, y pasa de ser el observador analista capaz de ver a alguien entre la multitud y convertirla en un individuo, a volverse un vulgar mirón incapaz de definir a sus víctimas a partir de los objetos que guardan. Este personaje, cuya existencia es necesaria, se opaca ante la presencia de otro que se conceptualiza como exquisito antagonista, refinado e inteligente, que le ganará la parida. Por otro lado, un investigador de seguros que no recuerda absolutamente nada y cuyos recuerdos son, quizás, artificiales, será el medio que su opuesto utilice para cumplir su objetivo, recurso igualmente explotado en The Dark Knight.

Los diálogos, las imágenes, las secuencias, se construyen de forma similar a una conversación que relata recuerdos, o la exteriorización de un pensamiento, como en un fluir de conciencia, totalmente automática y propia de la mente humana. Los personajes cuentan su historia tal y como la recuerdan, o en el caso de que la hayan olvidado, la describen conforme la arman.

Christopher Nolan evidencia al espectador. En Following expone el voyeurismo –con y sin connotaciones sexuales– de los que gustan del espectáculo que ofrece el cine, el mirón y "tú" son la misma persona y son los mismo ojos, es fácil acostumbrarse a la contemplación, mientras que en Memento sólo se pone de manifiesto la tan linda e inconsciente costumbre de ver.

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