Mi vida dentro, dramas de la frontera en pantalla
Lucía Gajá presentó su ópera prima en circuito comercial, este fin de semana, en la Ciudad de México Po: Silvia Márquez / Toluca Austin, Texas, es un centro comercial, fabril, docente y de convenciones. Entre su producción, destacan los artículos de alta tecnología, como equipos eléctricos, semiconductores y equipos informáticos; pero también es el lugar en donde, en el año 2005, se llevó a cabo uno de tantos juicios contra mexicanos. Los ojos del mundo llegan hasta el nombre de Rosa Olvera, migrante acusada de homicidio intencional de Brian, un pequeño de 18 meses, que se asfixia repentinamente. Después de su muerte se descubre que había tragado papel y que en lugar de serle extraído oportunamente, los intentos por salvar al niño le introdujeron todavía más el material en la laringe. El caso de Rosa se puede ver desde la mirada de la cineasta Lucía Gajá, quien introdujo su cámara al juicio y logró entrevistas en la cárcel con la joven migrante. El resultado fue un documental, Mi vida dentro, que al mismo tiempo habla de lo que sucede con las mujeres mexicanas que están presas en Estados Unidos; lo que piensan, el desarraigo que sufren y lo que pasa con las familias que se quedan en México sabiendo del proceso que enfrentan sus hijas. Como explicó Lucía Gajá, en entrevista para IMPULSO, la finalidad era "hacer un documental de mujeres mexicanas presas en Estados Unidos, justamente porque sentía que se hablaba mucho de los casos de los hombres y sabíamos poco de lo que pasaba con las mujeres. Entonces quería ver cuáles eran las pérdidas de las mujeres, además de la pérdida de la libertad". La película está narrada de manera cronológica, estilo que permite al espectador mantener la tensión in crecendo mientras se muestra un proceso indignante lleno de la ideología de un país que basa su cultura en la creencia del héroe y el villano. En este sentido, el espectador sigue la historia de Rosa como si se tratara de una cinta de ficción en donde no se sabe el desenlace del juicio hasta que la narración lo permite. Es entonces cuando se conoce la sentencia de la mexicana: 99 años de reclusión, más diez mil dólares de multa. La narrativa responde, según Lucía Gajá, a un estilo contemporáneo de contar historias. "Existen muchas formas narrativas dentro de un documental y lo que pasa es que cada película debe tener una identidad, así sea documental o no. Varios cineastas que estamos haciendo documental en México estamos buscando estas formas y una de ellas es utilizar todos los procesos narrativos para poder hacer los documentales un poco más dinámicos". La adhesión involuntaria del que mira desde el otro lado, bien podría tomarse como el punto de escape de la historia, pero su creadora asegura que "no quería hacer un drama", pues por sí misma "la historia es muy dramática y no se podía hacer una historia feliz". Gajá dijo que lo que quería experimentar es "un equilibrio entre lo que le había pasado a Rosa y no dejar el contexto de lado; por ejemplo la madre de Rosa es un personaje que sufre mucho, pero que también sabe cómo llevar su situación, en Rosa incluso hay momentos en donde la vemos muy triste y otros en donde no (...) estoy segura de que habrá gente que pensará que sí me fui por el terrorismo sentimental, pero afortunadamente la mayoría de las críticas que he recibido son que se logró balancear y que es más un análisis que no se va tanto hacia el drama". Mi vida dentro Después de 10 copias, distribuidas únicamente en la capital del país, la intención de la cineasta es salir a provincia con su película bajo el brazo, así como continuar su distribución en Europa, donde brilla en circuitos pequeños de países acostumbrados a mirar bajo los ojos del documental.