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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Alfredo Bryce Echenique: entre el desencanto y la ironía más tierna

"Mi literatura nace de un empacho de asombro, es la única forma que tengo de darle respuesta a la angustia, al miedo, al aburrimiento que me produce la realidad"

Por: Silvia Márquez / Toluca

Para Alfredo Bryce Echenique ser escritor de fin de milenio es algo que no significa nada ya que se considera más "prosaico". Se la ha comparado con Mario Vargas Llosa e incluso se le nombró "el otro peruano", pero lo cierto es que Bryce cuenta con un estilo propio en el que sus personajes se mueven entre la necesidad de la búsqueda del camino y la constatación de la pérdida de rumbo. Su entramado narrativo se llena con una serie de desafectos para confirmar el desencuentro de las raíces.

Bryce Echenique nació en Lima el 19 de febrero de 1939 en una familia de banqueros. Además, como nieto de un ex presidente peruano y descendiente del último virrey de Perú, su infancia transcurrió entre los altos círculos peruanos, tema que se convertiría años más tarde en la materia prima que nutre su novela "Un mundo para Julius", donde el autor evoca ese universo extravagante y cruel de la alta burguesía limeña.

Su estancia en Europa lo hizo conocer acontecimientos como el mayo del 68 y las luchas de la izquierda hispanoamericana, hechos que considera sus influencias más marcadas.

Exiliado de Perú, regresó en 1999 para encontrarse con el irrespirable régimen de Alberto Fujimori, dentro del cual fue víctima de un secuestro y una paliza por no haber querido aceptar una condecoración que quiso otorgarle el mandatario. Ese acto quedaría denunciado entre las páginas de "Permiso para sentir", en 2005.

Según José Luis de la Fuente, catedrático de la Universidad de Valladolid, la escritura de Bryce

"verifica el detallado análisis de la sociedad de las últimas décadas del siglo" y el escritor "se convierte en el mejor guía para poder comprender la sustancia más íntima de la sociedad actual".

Ironía, humor y delirios son los elementos que confluyen en la "mentira artística" que Bryce Echenique heredó de Óscar Wilde y que sólo sirve para convertir en menos dolorosa la realidad. Realidad que se muestra en el drama personal que carga cada uno de sus personajes.

El peruano se ha declarado seguidor de los argentinos Julio Cortázar y Manuel Puig, y de los peruanos Julio Ramón Ribeyro y César Vallejo. Como explicó en una entrevista con María Luisa Páramo, "muchas veces he explicado la deuda que tengo con Julio Cortázar y con algunos escritores más, pero sobre todo con Julio por el momento emotivo en que lo leí: acababa de terminar mi primer libro de cuentos, me sentía lleno de ciertas ataduras, con ciertos temores de infringir la regla, el academicismo, la sintaxis, la gramática, y Cortázar fue para mí una especie de ventarrón de libertad con su manera deshilachada, rota, de crear un párrafo, sobre todo en sus relatos, que es lo que yo leí en ese momento".

Durante la misma charla, Bryce dijo que la digresión en su obra es "un recurso narrativo porque, en una literatura emotiva y sentimental como es la mía es fundamental: la dificultad de expresar sentimientos conduce a la ruptura del párrafo, a que la frase entre por un lado del túnel y pretenda salir por otro lado que no existe, aunque luego vuelva al camino.

"El desorden de la sensibilidad y la emotividad está ligado a ese no terminar una cosa y empezar con otra, de ahí que haya escritores -yo no tanto, aunque lo podría hacer si reflexionara sobre ello- que acuden con frecuencia a signos como los puntos suspensivos.

"Dejar unas cosas sugeridas para entrar en otras y quizá después retomar aquéllas está muy ligado también a la narrativa oral, a esos cuentos que muchas veces no tienen ni principio ni final, y todo eso ha ido brotando en mis libros por la necesidad interna de contar tal y como yo soy. Uno de los aspectos más autobiográficos de mis libros es la sensibilidad y el placer que encuentro en la escritura".

Después de más de una veintena de libros publicados, Bryce recuerda su vieja carpeta llena de temas para narraciones cortas, aunque reconoce que no está en el momento de escribirlas. "Es triste: pienso que algún día puedo ir a la carpeta y ver que todo eso se me ha enfriado".

El "hombre sorprendido", como se autodefine, encuentra entre las letras la manera de darle respuesta "a la angustia, al miedo, al aburrimiento que me produce la realidad. A veces veo las cosas con un temor que no se justifica".

Temor que palpita entre sus libros y que salta a cada momento entre las irónicas voces de los personajes que se mueren tras cada vuelta de página.

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Obras

1968 - Huerto cerrado (cuentos), premio Casa de las Américas.

1970 - Un mundo para Julius (novela), Premio Nacional de Literatura en Perú (1972) y el Premio a la Mejor Novela Extranjera en Francia (1974).

1974 - La felicidad ja ja (cuentos).

1977 - A vuelo de buen cubero (crónicas de viaje y diversas).

1977 - Tantas Veces Pedro (novela).

1981 - La vida exagerada de Martín Romaña (novela).

1984 - El hombre que habla de Octavia Cádiz (novela) (Ésta y la anterior forman lo que se conoce como el Díptico de navegación en un sillón Voltaire).

1986 - Magdalena peruana y otros cuentos (cuentos).

1987 - Crónicas personales: edición aumentada de A vuelo de buen cubero (crónica de viaje, literarias, y diversas).

1987 - Goig (relato infantil escrito en colaboración con la escritora salvadoreña Ana María Dueñas).

1988 - La última mudanza de Felipe Carrillo (novela).

1990 - Dos señoras conversan (tres novelas breves).

1993 - Permiso para vivir ("antimemorias" I).

1995 - No me esperen en abril (novela).

1996 - A trancas y barrancas (recopilación de artículos ¿?periodísticos).

1997 - Reo de nocturnidad (novela).

1997 - Guía triste de París (cuentos).

1999 - La amigdalitis de Tarzán (novela)

2002 - El huerto de mi amada (novela), premio Planeta de novela 2002.

2005 - Permiso para sentir ("antimemorias" II).

2005 - Entre la soledad y el amor(ensayo).

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