Ricardo Acosta dialoga con Mozart
En compañía con la OSJEM, el músico de 14 años se adueñó del piano con la madurez suficiente para afrontar las composiciones del austríaco
Por: Silvia Márquez / Toluca
La Pavana para una infanta difunta de Ravel abrió la noche el pasado martes. Pocos asistentes, como marca el estigma de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México, fueron partícipes de las reminiscencias de la corte real española y el movimiento de una infanta al bailar una pavana. La infanta no está muerta, son la moda y la fisonomía de las cortes españolas las que desaparecieron; ésas a las que Ravel canta a través, primero de un piano y, luego, gracias a una orquesta.
Seis minutos de cuerdas y alientos sirvieron para crear el ambiente idóneo que le abrió paso al piano. Partituras del Concierto No. 20 en Re Menor, que Mozart compuso para dicho instrumento, se colocaron en los atriles mientras Ricardo Acosta Murguía, con catorce años en las manos, se colocó frente a la serie de teclas blancas y negras.
El Allegro y las cuerdas. Violines, violas, violoncellos y contrabajos iniciaron un tema lento, posteriormente aderezado por los vientos y timbales. Después, las cuerdas de nuevo abrieron el horizonte a un segundo tema, junto con los oboes y el fagot, para dejar el camino listo a las notas del piano con su propio tema.
El concierto número 20 representó para Mozart la ruptura con los divertimentos para nobles y ricos. Es el primero que compuso en tono menor, el del drama y la tragedia, el mismo que empleó en otras piezas como el Réquiem o la ópera Don Giovanni.
Beethoven era admirador de este concierto y frecuentemente lo tocaba cuando era joven. Las cadenzas que escribió el alemán todavía se utilizan con frecuencia, y fueron las elegidas por Ricardo Acosta al abordar la obra.
Después del movimiento lento o Romanza y el Rondo: Allegro assai, el solista mostró una capacidad emotiva llena de sobriedad y fuerza al agradecer al público con un encore de Rachmaninoff.
Para cerrar la noche, la Orquesta se debatió entre el dominio técnico y la espectacularidad de la Suite No. 1 de Las Arlesianas de Bizet y logró terminar el programa número siete de su temporada catorce.
Los aplausos no lograron llenar la Sala Felipe Villanueva, pero el escaso público agradeció un concierto más a la OSJEM, que intenta difundir la música académica, así como a instrumentistas noveles en el panorama mexicano.
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