Las razones del diablo
Across the Universe
Por: Dionicio Munguía J.Ya antes había comentado sobre los satélites que viajan por el universo con datos muy representativos de la humanidad. Una placa de oro, un disco de platino, muestras de las artes humanas, el símbolo universal del hombre, en fin, la civilización del tercer planeta del sistema solar conocido como la Vía Lactea, al menos por lo seres vivos que habitan dicho planeta.
Entre todas las manifestaciones humanas la música es quizá, según el gusto de cada quien, una de las mayores creaciones. Puede domar fieras, dicen los poetas. Alimenta el corazón y el espíritu y logra que los niños se calmen, tengan un mejor desarrollo emocional y mental y sepan distinguir los diversos matices de la sociedad en que viven.
Otros ha declarado a la música como el alimento del alma, aquel mítico maná bíblico que cayó del cielo para alimentar a los judíos en su peregrinar rumbo a tierra santa. La música, según las escrituras judeo cristianas, es el instrumento por el que Dios, en su magnífica presencia, da a conocer las bondades de su juicio y permite el disfrute máximo con sólo utilizar uno de los cinco sentidos.
Para los filósofos, la música es la meta del conocimiento humano, aquello que crece en el interior de hombre y brota con sonidos medidos, nada caóticos (aunque a veces se escuchen ciertas melodías, nuevamente según el gusto de cada quien, que pareciera eso, caos), armonía pura que logra el regocijo del alma y tranquiliza el stress, la ansiedad, los nervios, todo aquello que altera la conciencia humana más allá de los límites impuestos por la sociedad.
Para los artistas, sobre todo quienes hacen música, la música es sólo eso, arte que sublima la conciencia del hombre, que lo hace ser más civilizado y menos animal (aunque los animales existen en todos lados y tengamos ejemplos verdaderamente aberrantes). La música, entonces, es para un servidor lo mejor que pudo crear el hombre, y que aún, en estos días, sigue teniendo la importancia de unir a la sociedad, de cerca o de lejos, de diferentes ideologías políticas o razas, para la música eso no existe ni ha existido desde el inicio de sus tiempos.
He sabido, por la prensa obviamente, que la canción Across the universe de Lennon y McCartney, compositores e integrantes del cuarteto de Liverpool, The Beatles, será difundida en diferentes ondas, por el universo, con el fin de dar a conocer la existencia de la humanidad, y otros puntos que en realidad no tienen la menor importancia. Y aquí viene la pregunta que todo el tiempo que he pasado escribiendo esta columna me he venido haciendo. ¿Por qué precisamente una pieza musical es quien representará a la humanidad en este viaje sideral de las ondas, tanto hergzianas como no?
¿Y por qué precisamente una pieza de rock y no una obertura de Bach, por aquello de la exactitud matemática que el genio alemán imprimió a su obra? ¿Por qué los Beatles? Quizá la respuesta no sea tan simple como aparenta. Seguramente, y después de dar a conocer la noticia, algunos de los detractores del grupo inglés habrán sacado sus garras, sus dientes, sus gritos desaforados y peleado, según ellos, por un mejor representante musical.
Yo estoy de acuerdo con la NASA al utilizar la canción de los Beatles como el acorde que represente a la humanidad por el espacio. Qué mejor pieza que la elegida para decirle a quienes nos escuchen más allá de nuestras fronteras espaciales que existimos en este lugar de la Galaxia. Ahora sí me gustaría echarle un ojito, un oído y lo que se pueda al mundo exterior, tan sólo para disfrutar de la pieza de los Beatles en el espacio estereofónico del universo (ojalá y la hayan enviado en estéreo).
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