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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

Del amor y la literatura

Por: Heber Quijano 

La literatura, esa investigación escrita de una pregunta infinita, como apunta  Jean Duvignaud, esa intuición tejida palabra a palabra que nos revela un "vago horror sagrado", como lo llamase Borges, y nos hace discernir que la vida es algo más de lo escrito frente a nuestros ojos y más allá también de lo que nuestra experiencia pueda revelarnos, la literatura, pues, todavía tiene mucho que decirnos. El amor, obviamente, no es la excepción. Claro, nuestra educación sentimental, al menos en la era mediática, ha sido pervertida por el melodrama sensiblero, la tragedia grandilocuente del menor esfuerzo, la idea pueril de la predestinación y las milenarias repeticiones del cenicientismo, que si bien habían nacido en los pasquines amorosos, ahora enarbolaron su cursilería en las telenovelas, miniseries y películas de baja factura.

Precisamente por ello, y por quienes se erigen jueces de un litigio exclusivamente particular, entiéndanse "tu vida propia", por quienes se yerguen catequistas de la vida ajena, quienes siempre levantan la mano para opinar de cualquier tema, ¡vamos!, por todos los que viven de frases hechas y estereotipos preestablecidos, ¡dudemos! La duda siempre es más sana que la verdad tajante e indiscutible.

El amor no tiene forma ni estructura, y los pasos a seguir son siempre tan distintos como los caminos por cruzar. Teorizar sobre el amor es una equivocación metódica. Por ello Sabines hace que sus amorosos se rían de "las gentes que lo saben todo/ de las que aman a perpetuidad, verídicamente,/ de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite".  

Efectivamente, "El amor es la prórroga perpetua", como dice Sabines. Para Efraín Bartolomé "El amor/ [es] ramo de sombras", más claro ni el agua. En un poema memorable que supera la apocada mente del recitador demagogo, comprometido con el halago superficial, Xavier Villaurrutia erige un credo: "Amar es una angustia, una pregunta/ una suspensa y luminosa duda;/ un querer saber todo lo tuyo/ y un temor de al fin saberlo", y en su arista más lúbrica: "Amar es una insólita lujuria / una gula voraz, siempre desierta". ¿Pecado? Al más puro estilo trovadoresco, como señaló Denis de Rougemont, el amor se alimenta de prohibiciones, por ello "la exaltación de la castidad, produce casi siempre el exceso de la lujuria". Ya Georges Bataille, en El erotismo, nos devela la intempestiva genealogía de esa avidez pélvica, y Gilberto Owen estampa su doctrina: "por la carne también se llega al cielo". El gato de la curiosidad que deambula pardo por las noches, debe revisar La llama doble de Octavio Paz, aunque la muerte le vaya de por medio y descubra que es precisamente la muerte el mayor impulso para desquiciar la pasión y anhelar la eternidad del otro en el amor que uno le profesa, como apunta Paz. En fin, ningún libro va a enseñarnos a amar. Para eso hay que salir a la calle y correr el riesgo, de levantarse, de seguir cayendo, de no perder la fe en la humanidad y de amarnos los unos a los otros. Si no fuese así, ¿para qué abrir los ojos mañana? 

Comentarios: heberquijano@yahoo.com.mx

4 comentarios

C. Scalabrinni -

Las citas, las palabras rebuscadas y tu interpretación del amor como un sentimiento vago no traducen estilo literario per se, gracias a Dios que es una columna y no un libro. En fin... Suerte en tu intento de comprimir el amor en algo tan barato como lo que escribís.

JESSICA ROJAS -

Huracanes pasaran y regresara la calma como siempre disfrazada de una calida caricia, una sonrisa… hay que estar alertas para captarlas… esa es la vida! a vivir y amar intensamente!!! Rompiéndonos el alma…

Packo Revolver -

Para mi el amor es un milagro...por que puede suceder...se puede sentir...pero no se puede explicar realmente en su plenitud...

Araceli Fuentes -

El amor, la muerte, los sueños, la soledad, grandes temas dentro de la Literatura Universal por ser valores subjetivos e individuales pues tocan a cada ser humano en forma diferente.
Diferentes formas de amar, sí, es cierto, yo amo el leer y descifrar letras bailantes y ellas me aman a mí al entregárseme desnudas, limpias, simples o rebuscadas y nos revolcamos una y otra vez en el humo del cigarro por las madrugadas, en la ventana con luna en el sillón acostumbrado, a la luz de velas mal encendidas, nos encontramos como los amantes que somos y nos comunicamos sin necesidad de besarnos los labios.