Las razones del diablo
Salve Benedetti Por: Dionicio Munguía J.
Miente de manera flagrante aquel que no haya cantado a Benedetti en las versiones de Nacha Guevara, Amparo Ochoa, Óscar Chávez, Joan Manuel Serrat, Quilapayun, Los Olimareños y todos aquellos trovadores de peñas latinoamericanas que abundaron en los años setenta y ochenta en la república mexicana. Miente aquel que no haya enamorado a una secretaria con el poema de Benedetti "Yo soy la secretaria ideal", a pesar de que el poema era más una burla que un homenaje. Y eso todos lo sabemos. De alguna forma estamos inmersos en la cultura beneditiana a pesar de que el propio poeta no era más conocido de manera popular que otros. Y si Nacha Guevara hizo popular a Benedetti en el cono sur, por acá tuvimos a Amparo Ochoa, Guadalupe Pineda, Eugenia León y algunas desconocidas cantantes que no pasaron más allá de las peñas. Algunas veces el canto se trasladaba a la plaza, sobre todo cuando había manifestaciones en contra del gobierno en turno y uno, chamaco imberbe de cerca de dieciséis, se acercaba sin entender nada, pero disfrutaba de la música. Hoy me he enterado que Mario Benedetti entra y sale del hospital, con problemas de salud, complicaciones que se alivian y vuelven. Me entristece verlo así, después de que apareciera como marino alemán declamando en alemán en El lado oscuro del corazón, esa película que se ha vuelto un ícono de la filmografía contemporánea en español. Benedetti, a pesar de que no les guste a muchos, siempre será el poeta de lo social, de lo divertido, de la conciencia de un Uruguay que apenas va saliendo de la depresión producida por el militarismo, por los gorilas y milicos, por los conservadores que nunca comprendieron que la poesía también puede mover montañas, aunque sean internas y pequeñas. Muchos crecimos declamando: "si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo, y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos". O leímos el cuento de los feos, o suspiramos con Nacha cantando los poemas de Mario Benedetti. Mi corazón y el de muchos nostálgicos sufrirá cuando el poeta fallezca, y como dicen los viejos, debemos estar preparados para ese momento. Sí, es cierto, será un poeta menos en la tierra, una poesía que estableció los cánones de lucha en las palabras e hizo que otros, no tan buenos, siguieran sus pasos sin mucha fortuna. Va a doler su muerte, pero por el momento sigue con nosotros, provocándonos sobresaltos y haciendo que vayamos rápido a la máquina de escribir, computadora, fax u lo que sea, para tratar de ganar la primera nota después de su muerte. Ahora no intento ganar la primicia. Sólo extender mi deseo de que siga unos días más o meses más o años con nosotros.
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