Silencios Estereofónicos
Desde "Los arrabales" llegará la "Providencia", según las escrituras de La Barranca y el jefe Jaime López Por: Félix Morriña Dios, ¿cuánto vale allá en tu reino el alma de un esclavo clavado en un contrato sangrando en este infierno? Con esta contundente frase incluida en la canción ‘Nocaut’ el cantautor, armoniquista y guitarrista Jaime López (Matamoros, Tamaulipas, 1954) nos invita a ser parte de su recorrido "Por los arrabales", nombre de su reciente disco (grabado de manera independiente y distribuido por Fonarte Latino en este 2008). Tal parece que el hilo conductor de "Los arrabales" son los sueños y la añoranza, porque en la mayoría de las canciones de Jaime López está presente el proceso onírico de sus deseos de la reciente década, como también la melancólica idea de que ya no están esos amores que alguna vez velaron por su bienestar. "Por los arrabales" fue producido por Carlos Avilez, un viejo conocido por muchos rockeros tapatíos por ser el bajista de las bandas Cuca, Las Horas Muertas y Nata y que fue invitado por Jaime López para integrar la Nordaka Banda. Cabe destacar que la Nordaka Banda es un proyecto musical nacido de la idea de López cuando grabó el discazo "Nordaka" (1999) donde incluyó al memorable Piporro en dos canciones. El resto de la agrupación que acompaña al compositor de ‘Chilanga banda’, ‘Ella empacó su bistek’, ‘Nadie da por nada su corazón’, ‘El cara de memorándum o cutis de currículum’, ‘La misma vieja canción’, ‘Echémosle la culpa al camionero’, ‘Mala Facha’, entre otras de igual importancia, son el guitarrista Caeto Quintana, el acordeonista Mario Garibay, el baterista Nacho González, el tecladista Óscar Fuentes y el saxofonista Miguel Ángel López "Sheik". Las piezas que componen el disco son 12 más un "bonus track" titulado ‘La dosis de tu amor’, tema que forma parte de la banda sonora del filme "Llamando a un ángel" de los directores Héctor y Francisco Rodríguez, como Rodolfo Guzmán. Todo el disco es como un puerquito, no se desperdicia nada, pero si quieren saber cuáles son los temas que se recomiendan ampliamente, les menciono: ‘Anillo de diamante’, ‘Sírvame un agave’, ‘’Condominio’, la fregona ‘Castillos en el viento’, una clara pleitesía a Pancho Villa con la pieza ‘Doroteo’ y ‘Alma de tabique’. Definitivamente, "Por los arrabales" es el disco que todo melómano debe llevar consigo cuando vuelve al barrio que le vio nacer después de muchos años para ayudarte a soportar los embates de la señora melancolía, de la viuda soledad, de la loca memoria y de la coqueta embriaguez. Todo con el fin de no estar en la lona, porque como indica en la rola ‘Nocaut’: "Tres metros bajo tierra sólo hay olvido" y eso es precisamente lo que hay que postergar lo más posible. Jaime López: muchos agradecerán que hayas compuesto un disco con temas para todos los que se han exiliado y que cierto día vuelven a su lugar de origen. Es un disco tan norteño-rockero (un merecido homenaje a tu tierra natal), tan de tu estilo y que sin duda será parte de la fonoteca de los buenos escuchas. Por otro lado, la noche del viernes 30 de mayo en el Distrito Federal resultó una gran velada porque La Barranca presentó su nuevo disco "Providencia" (Producción hecha totalmente independiente por la banda en este 2008. Distribuye Fonarte Latino) ante un pletórico Teatro Metropólitan, es decir, poco menos de tres mil personas, quienes disfrutaron de la alineación original de esta agrupación de culto a la Diosa Euterpe. La Barranca ofreció una música bien planificada, estudiada, deseada, inspirada, con letras profundas, introspectivas y espirituales, acordes a la forma de conducirse de un trío de cuarentones como son los integrantes de La Barranca, que se hicieron acompañar esta vez del guitarrista-tecladista Adolfo Romero, la chelista Mónica del Águila y del violinista Jorge "Cox" Gaytán. Las letras de las canciones del séptimo disco de La Barranca, "Providencia", no son largas, la mayoría son de seis estrofas y seis versos bien estructurados y estudiados, donde las ideas caen en cascada armonizada. Se nota el proceso de una cuidadosa escritura previa a través de los años, como de la evolución en el proceso creativo de José Manuel Aguilera y compañía. Sin mencionar la palabra maduros, porque esa etapa le pertenece a los que piensan en la retirada y La Barranca está por darnos muchos materiales más y superiores, los integrantes de la banda transitan por uno de los momentos claves de su carrera y llegan justo en el momento en el que no hay muchos grupos con calidad en la lengua de Cervantes. Para que lo recuerden, la alineación de La Barranca es Alfonso André en la batería, Federico Fong en el bajo y el mencionado José Manuel Aguilera en la guitarra y voz, quien es además el principal letrista. Fueron casi 30 canciones ejecutadas en casi dos horas y media de recital, en la que hubo una muy cuidada y sencilla ornamentación visual (una delgada y larga manta con figuras alusivas e incluidas en el disco), un sistema de iluminación "ad hoc" y un sonido envidiable (el Teatro Metropólitan cuenta con sonido cuadrafónico). Todo esto fue resultado de una excelente selección de piezas de los siete álbumes del grupo. Imagínense, empezó La Barranca con el tema ‘Animal en extinción’, luego le siguió ‘Destello’, enseguida ‘Reptil’ y el tema que da título al disco ‘Providencia’. La raza presente estaba satisfecha de este inicio e incluso recibió con ánimos al grupo telonero Monocordio, que lidera el colega Fernando Rivera Calderón, cuya esposa, la guapa Claudia Sánchez realizó la atractiva portada del disco "El fluir" de La Barranca. Siguiendo con el listado de canciones, José Manuel Aguilera y compañía continuaron con las rolas ‘El síndrome’, ‘Corcel’, ‘El fluir’, ‘Nueva vida’, ‘Fin del mundo’ y ‘Paraíso terrenal’ en la sección eléctrica. Posteriormente hubo un cambio a sección acústica en la que tocaron la hermosa pieza ‘San Miguel’, dedicada a ese arcángel que protege nuestros días. Cuando tocaron ‘La rosa’, ‘La tempestad’, ‘Estallido interno’ y la nodal y particularmente significativa ‘El alacrán’, todos, absolutamente todos, cantaron al unísono cada palabra, cada fragmento de las letras de esas canciones, acompañados de su alter ego y un vaso en la mano. De ahí en adelante, cada rola era motivo para asistir a la barra, una invitación al delirio y a caminar por las limpias calles del centro de la capital del país, esa ciudad cada vez más destinada a los turistas que a los habitantes y nativos, más alejada de su espíritu histórico colonial y a su historia cotidiana, gracias al empresario Carlos Slim. Finalmente, La Barranca evitó que nadie se abandonara a su suerte esa noche, porque su música continúa acompañándonos dulcemente a través de los ecos impresos en la cabeza de cada uno de los que estuvimos presentes. Gracias por ello.
2 comentarios
Francisco Torres -
Saludos.
B -