Las razones del diablo
Celebración Por: Dionicio Munguía J.
El hecho de que Carlos Fuentes cumpla ochenta años no sería motivo de celebración si esta persona no fuera un personaje de la vida pública cultual de nuestro país. Y que también fuera un escritor de compromisos políticos bien definidos, aunque no siempre establecidos en los tiempos que le han tocado vivir. Pero ese compromiso político no ha tenido repercusiones semejantes al que hiciera Vargas Llosa con Perú y la aventura de la candidatura presidencial. Carlos Fuentes ha sabido mantenerse alejado de la política y se ha dedicado a rescatar los valores culturales de la patria que no lo vio nacer, pero que lo ha hecho forjarse en una identidad nacional, que con el paso del tiempo, se ha vuelto universal.
Si bien es cierto que los intentos por conseguir el Nobel se han quedado en eso, el reconocimiento mundial de su obra literaria es inmenso. Según una estadística publicada hace años, Carlos Fuentes, junto con Rulfo, Paz, Sabines, del lado mexicano, y García Márquez, Vargas Llosa, Borges, Cortazar y Benedetti, son de los escritores más reconocidos de América latina; su obra ha sido leído por varios millones de personas en el mundo, eso sin contar todos aquellos que han leído una novela, ensayo o cuento de Fuentes sin haber comprado jamás un libro del escritor, lo que equivaldría, más o menos, a unos cientos de millones de personas más.
El celebrar los ochenta años de Fuentes de la manera en que se realiza en estos momentos, o con los eventos que desde la semana pasada se llevaron a cabo en diferentes ciudades del país, principalmente en la capital de la república, es un breve homenaje a quien ha sabido representar la ideología mexicana, más allá de los supuestos antimexicanismos con que se le ha acusado desde hace muchos años. Fuentes es y será siempre una referencia obligada para el estudio de la idiosincrasia mexicana, para comprender lo que sucede de manera cotidiana en nuestro país y, sobre todo, para tener una parte de la historia narrada por uno de los importantes creadores de nuestro tiempo. Si bien la polémica siempre lo ha rodeado (lo mismo ocurrió con Paz), Carlos Fuentes se ha mantenido en el escaparate de la literatura mundial, aunque la Academia le niegue el mayor reconocimiento que él está esperando.
A sus ochenta años eso es lo único que le falta. Por otro lado, su obra tendrá que ser revisitada, estudiada más a fondo, no sólo con las buenas intenciones de la Presidencia, ese plan ambicioso que no podrá ser llevado a cabalidad, no por ganas, sino por la capacidad con que ciertos maestros (la mayoría desafortunadamente), insisten en alejar a los alumnos de la lectura. ¿De qué servirá editar de manera colosal la obra de Carlos Fuentes si quienes deberían ser los principales promotores de la lectura no leen?
El anuncio del presidente Calderón se suma a otros tantos anuncios hechos desde la administración de Fox. Su maravilloso plan de un país de lectores se quedó en eso, en plan. Su mega biblioteca sigue sin funcionar. Ahora Calderón promete una revisión a fondo de la obra de Fuentes en las escuelas, pero cuándo, sin la presencia de la eterna ya líder magisterial se podrá hacer una revisión a fondo de la estructura formal de estudios con que cuenta nuestro país. Es necesario que la lectura se fomente de manera activa entre los adolescentes, pero no con planes de escritorio, sino con estudios reales de campo. Hay que incentivar la lectura desde la raíz, en este acaso de la educación, desde el maestro que se para frente al grupo. Sólo así se podrá comprender una obra tan vasta como la de Carlos Fuentes.
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