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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

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 Enrique Jardiel Poncela, la mujer y la seducción

Por: Heber Quijano

 

 

 

Enrique Jardiel Poncela consigue lograr en sus aforismos la condensación de la sabiduría popular, con el mismo ingenio picaresco e incisivo, además de esclarecer la mente de "seductor" que caza y es cazado (y casado con juez y cura, y todos los sacramentos). Máximas mínimas y otros aforismos tiene joyas que se leen con tanta delicia, carcajada y asombro. Algunas penetran en la sien, aunque no desangra: "El que satisface sexualmente a una mujer es su dueño; el que no la satisface sexualmente, es su esclavo", "La mujer de cuarenta años ama con la precipitación del que toma el último tranvía". Otras despiertan la suspicacia: "Para que a una mujer le parezca interesante cualquier hombre, basta con que lleve una temporada durmiendo sola", "Una mujer desdeñada es el enemigo más implacable"

Podemos reprocharle cierto machismo. Sin embargo, la que esté libre de pecado, que esgrima el primer argumento o quiebre el primer espejo. Quien se divierte con sus aforismos hace menos sus verdades, que quien se los toma a pecho y como agresión. Por ejemplo: "Las mujeres, como las bombas, cuando menos lo esperáis, os explotan", "La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios: pidiéndole todos los días algo", "A la mujer debe pedírsele todo menos agradecimiento". Algunos supuran cinismo: "Lo que más puede aspirarse de una mujer que tenga los ojos negros, o azules, o verdes, es a que los ponga en blanco", "Es más caro vestir a una mujer que desnudarla", "Las mujeres no conciben que un amor se acabe más que cuando lo acaban ellas mismas".

Otras más son cómicas: "Las mujeres casadas tienen un defecto más que las solteras: el marido", "Las mujeres, al regañar con el amante, lloran; y al regañar al marido, dan gritos", "Es más fácil ser un buen amante que ser un buen marido, porque es más fácil decir cosas espirituales de vez en cuando que decirlas a todas horas"

Podemos reprocharle su idea mercenaria de la pareja: "El hombre exige menos de lo que da; la mujer da menos de lo que exige", "El hombre, si puede, compra a la mujer; la mujer, si puede, vende al hombre", "Toda mujer es un libro blanco hasta que se enamora de un hombre; entonces ese hombre la escribe y, una vez escrita, la leen otros". Pero sabe de lo que habla cuando escribe: "Las mujeres son tan terriblemente incongruentes que a veces, para seducirlas hasta da resultados el mostrarse sincero, noble y generoso"; "El seductor hábil trata a las mujeres decentes como si no lo fuesen, y a las que no son decentes como si lo fueran"; "Lo que más seduce a una mujer honesta es una deshonestidad dicha al oído"; "Con una mujer sensual se puede ir lejos sin salir de una habitación; con una mujer coqueta, aunque se vaya a todas partes, no se va a ningún lado"; "La sensual es mujer; la coqueta es espectáculo"

Como quiera que sea, Poncela brinda una cátedra de escritura, y nos deja ensimismados con alfileres tan finos que no se salen de la piel: "La mujer y el libro que han de influir en una vida llegan a las manos sin buscarlos". Los aforismos de Poncela son imprescindibles.

 

 

 

 

heberquijano@yahoo.com.mx

 

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