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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Las razones del diablo

Silencio por Marcel

Por: Dionicio Munguía J.

Esta nota tendría que estar en blanco. Debería escribirse con la mímica de Bip, el personaje de Marcel Marceau. Sólo las señas de alguien que pasó su vida en silencio, frente al público, fascinando con su trabajo artístico. Sí, este año se ha llenado de muertes innecesarias, pero al fin y al cabo, muertes. Marceau, Pavarotti, Bergman, y todos aquellos que en estos meses se adelantaron en el camino. Es triste llenar de obituarios esta columna, pero los que se murieron tuvieron algo que ver con lo que aquí intentamos hacer: cultura.

Hace muchos años que vi a Marcel Marceau en Bellas Artes. Su figura un tanto triste aparentemente no llenaba el escenario; era tan pequeña, tan mínima, que el teatro se volvía inmenso conforme esperábamos el inicio del espectáculo. Muy pocos de los que esperaban se habían dado cuenta que el mimo tenía ya un buen rato en el escenario. Sólo hasta que apagaron las luces de la sala se dieron cuenta de lo que pasaba en el escenario.

Sorprendido, desde el momento en que me senté en el lugar pagado, vi la figura en el centro del escenario tan quieta, sin movimiento, que pensé era un maniquí. Fue sorprendente contemplarlo. Nada cercano se comparaba con la calidad de Marceau, nada, ni los mimos que habían aparecido con cierta fama en el espectro de nuestro país.

Yo miraba con cierto placer y respeto, con la certeza de que ya no lo volvería a ver en vivo nunca más, como finalmente sucedió. Y en ese momento no era por la cercanía de su muerte, sino por la certeza de que los precios de entrada subirían demasiado para el pobre presupuesto de un jodido artista que no vivía en la ciudad de México. Y tal como lo había predicho, nunca pude volver, en los dos o tres ocasiones después de ese año que volvió el mimo francés a México.

Sólo me quedó el placer de verlo por televisión, videocasetes o ya modernamente en dvd’s. No había ni hubo otra forma de verlo en vivo. Y definitivamente enterarme de su muerte fue un duro golpe a mis recuerdos, a la memoria que se ha ido acumulando con el paso del tiempo y que, en ese instante, brotó como disco duro siendo limpiado, mientras aparecen archivos que no usaba nadie.

Y si Marcel decidió dejar este mundo, su recuerdo y Bip estarán siempre a nuestro lado, en la pantalla de cine o televisión, en dvd’s o vcd, o lo que de pronto salga para capturar esos recuerdos.

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