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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

Álvaro Villalobos y la protesta marginal

Por: Heber Quijano

La exposición “Registro de performances de Álvaro Villalobos” en el Museo de la Estampa nos confirma la distinción entre el arte doméstico y el arte flagrante, entre la torre de marfil y la trinchera ideológica (distinguiendo la militancia y la protesta), entre la representación de los poderes fácticos y de su oleaje de represiones y manipulaciones y la segregación que éstos producen. Los perfomances de Villalobos le restituyen a la protesta el carácter revelador y creativo, a quienes nos acostumbrados a sufrir la amnesia histórica y la ceguera política, social de nuestro contexto, ya como analfabetas funcionales o como adictos al sedante televisivo, descubrimos que fuera del escaparate hay toda una realidad contundente como knock out.
La marginalidad y la indigencia en la que se cimentan los performances de Villalobos reflejan un claro grito de reclamo a favor de los desvalidos, de los inmigrantes, de los habitantes de los cinturones de miseria y alcantarillas. Entre fotos y grabaciones de distintos colaboradores (Caterina Viterbo, Liliana Miramontes, Jaime Kuri, Jorge Izquierdo, entre otros) podemos ver al perfomer convertido en un anónimo, sin rostro, sin apellido y sin nacionalidad, escoltado por policías en la frontera tijuanense o simulando el hogar hacinado de algún tragafuego en Malinalco, por ejemplo. Pero los performances se multiplican a Medellín, Xalapa, Barcelona o Valencia.
El ayuno metódico nos hace pensar en la rebelión espiritual y la contingencia versus la materialización mercantilista de la sociedad industrial y la inmediatez del fast food típicamente transnacional, a ello añadimos la recurrencia de la ropa blanca con su significado simbólico occidental: pureza, virginidad, inmaculación, esterilización en el sentido médico. Sin embargo, el carácter anónimo que pretende simbolizar el performer convierte su mensaje en una advertencia: “somos uno mismo”, como la sentencia borgiana de que un hombre es todos los hombres y la historia de un hombre es la historia de la humanidad.
Por otra parte, el baño con pintura de los colores de las dos banderas que conviven en Villalobos (México y Colombia) son reflejo de la impregnación, quizá chovinista, quizá a forma de homenaje, del simbolismo patriótico de los propios colores y de las patrias mismas. Más que creativo, lúdico, sonriente, este performances habla por sí mismo.
Hay que señalar, ya en las líneas del estribo, un auge y una explosión en las producciones, con estética propia de gente que proviene de la Facultad de Artes de la UAEM, como la Tercera Bienal de Artes Visuales y las exposiciones “Placas”, también en el Museo de la Estampa, “Acéfalo” y “Versión”. Sólo queda por decir que también recibió el apoyo de FOCAEM y de Conaculta, recalcando que dichos apoyos, por mínimos, lejanos o burocráticos que a veces parecen, siguen cumpliendo una función apremiante.

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heberquijano@yahoo.com.mx

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