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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Las razones del diablo

Hablar de Dalí

Por: Dionicio Munguía J.

Con emoción leí la aparición del autorretrato de Salvador Dalí, recién descubierto y puesto apenas en estos días en exhibición en la Fundación Gala-Dalí, en España. Siempre es interesante descubrir este tipo de obras de arte, de genios como el cadaquino, que revolucionó, no sólo la visión de la plástica mundial, sino también la forma de promocionarse a nivel mundial, jugando con la lucidez, poca por cierto que tenía, además de incorporar la locura creativa al arte. Salvador (como decían los también ibéricos de Mecano) "Eungenio" Dalí impresionó al mundo con sus largos bigotes, su megalomanía y sobretodo, su divina locura.

Este autorretrato muestra esa forma de verse, de proyectarse ante los ojos de los demás y salir a un mundo que muy poco lo comprendió en vida, que disfrutó de sus locuras, pero que no quiso saber nada de comprender su obra. Regateando con libreros de viejo, he ido adquiriendo reproducciones de su obra, libros que cuando salieron costaban un buen de monedas y que ahora, por algo tan pequeño, colocamos en nuestros estantes esa memoria universal que será legada a nuestros hijos. La mía, al menos, le gusta imaginarse los relojes derritiéndose o montando al cisne como Gala, le gusta correr por la imaginación de Dalí, aunque es fácil que se aburra y me dejé sólo ante la contemplación de sus cuadros.

Hace muchos años leí la biografía de Dalí, sus oscuros pensamientos y esos deseos de ser alguien, de salir de aquel pueblito de Cadaquéz donde nació. Y se hizo la leyenda a su modo. Nadie sabe con precisión sus andanzas juveniles. La invención de su personaje fue una creación literaria que sobrepasó la literatura. Anduvimos con él en su locura, de lejos, por supuesto, sin acercarnos jamás a lo que representaba, pero admirando su obra en la desaparecida galería de Televisa, en Polanco. Fue ahí donde reafirme mi admiración por el genio catalán. Fue ahí donde descubrí que la locura como arte puede llegar a los más altos niveles, aunque, como dice la canción de Mecano, de esos genios nos quedan pocos. Ahora contempló en la prensa el autorretrato y tengo tantos deseos de verlo en directo, que posiblemente alguna vez podré hacerlo, digo, la locura y los sueños pueden hacerse realidad.

Ahora sólo me queda disfrutar el recorte del periódico, a lo mejor bajaré a mi computadora la imagen vía internet, si es que se puede, o sino, trataré de conseguir una mejor reproducción del mismo, para tenerlo cerca de su biografía, o de algunos de sus escritos que he conseguido con el paso de los años. Me queda la certeza del tiempo, ese que al genio de Dalí le ayudo bastante, para comprenderlo más, para darle mayor realce a su obra, para tratar de que la gente a mi alrededor disfrute con su pintura. Es una lástima que apenas se haya entregado esa obra a la humanidad, porque obras así siempre deben estar dispuestas al disfrute de todos.

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