Mantarraya
Marge Piercy, la mujer en llamas
Por: Heber Quijano
Puede sonar alarmante que, según datos de Catherine Menkes, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, 80% de estudiantes de 13 a 19 años considere que las mujeres deban casarse vírgenes y por la Iglesia en estados marginados. Es alarmante que esas mujeres estén convencidas de ser pasivas sexualmente, de no tener deseos y de no pedirle al varón la protección necesaria. Suena casi absurdo que las mujeres se valoren sólo como madres y esposas. Quizá la liberación femenina aún no se ha consolidado como las propias feministas querrían.Entre las poetisas combativas que enarbolan al feminismo como un estandarte, sólo algunas sobreviven la implacable prueba del tiempo. Marge Piercy es, afortunadamente, mejor poetisa que feminista; sin embargo, su obra es poco conocida. La UAEM publicó Ventana de la mujer en llamas, una antología traducida por José Vicente Anaya, que bien valdría editar nuevamente. Piercy entiende perfectamente la coyuntura entre la sinceridad que devela la condición humana y la publicidad ideológica. Comparemos el libelo: "las vidas de las mujeres son féretros baratos/ vendidos en oferta" (¿Qué esperas?), de la confesión: "Me dan ganas/ de ponerme y quitarme el sexo como si/ fuera ropa" (La luna siempre es hembra). Así lo señala el propio Anaya: "no sacrifica la poesía al contenido de sus convicciones pero, en tanto que es una poeta cabal, […] busca lo unitario y totalizante del ser humano". La poesía supera a la militancia.
Con lúcidos momentos de intensidad, como: "Con la luna llena yo/ empiezo a menstruar hasta inundarme/ y tú te espantas; entonces, dormir/ contigo es como pasar la noche en un/ aeropuerto fantasma/ […] Te amo con mis huesos de fuera,/ con los impulsos más profundos/ de mi batido corazón, con un orgasmo/ en el abismo ardiente y húmedo, más/ allá del ego" (Bajo la influencia de aries rojo), Piercy es la mejor lectura para descubrir un translúcido mundo femenino, y no la parodia que sirve de carnada para la publicidad sexista y explotadora del sexo "débil" y que se dan el lujo de aconsejar a la amas de casa con su estulticia. Seguramente cubren su manto de mojigatería "políticamente correcta" con algún bilé importado, vestido de diseñador o con la postura fingida de mujeres liberales (que, dicho sea de paso, creen que el estereotipo a seguir son las damas de Sex in the city o Desperate housewives). Definitivamente puede sonar alarmante que la poesía de Marge Piercy se pierda entre libros de viejos y estadísticas que señala la urgente necesidad de permitir la elección entre la repetición del esquema patriarcal y la adquisición de nuevas aspiraciones.
José Vicente Anaya (1997), Poetas en la noche del mundo, México, UNAM.
Margie Piercy (1988), Ventana de la mujer en llamas, México UAEM.
Comentarios: heberquijano@yahoo.com.mx
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