Mantarraya
Efrén Rebolledo y la literatura erótica
Por: Heber Quijano
Después de una sumergida por los precisos y lúcidos juicios y reseñas con los que José Emilio Pacheco realizó, hace ya 37 años, la Antología del modernismo, me quedó la duda sobre si la poesía de Efrén Rebolledo es el bautismo del festejo del "amor sexual", como delimita bien y con su gran delicadeza Xavier Villaurrutia en 1939.
Pacheco llama la atención acerca de la obra transgresora de José Juan Tablada y su gran capacidad por adaptarse a las vanguardias de principio del siglo XX, y postula el poema "Misa negra" como el primer poema erótico, allá por 1893. Dicho poema "alarmó a los Científicos y a Carmen Romero Rubio de Díaz, la afrancesada esposa del dictador oaxaqueño Porfirio Díaz". Quizá podrían encontrarse ciertos ecos eróticos en Sor Juana o más aún en los cantos prehispánicos. Sin embargo, el sentido del erotismo tendería hacia el costado del misticismo, ya en la exaltación sublime de la naturaleza, la guerra y los dioses, y la metafísica o la religión, como ya Bataille ha señalado la carga erótica que tiene el rostro desfallecido del Éxtasis de Santa Teresa de Bernini, en lo que él llama la erótica del espíritu, que no la del cuerpo. La focalización de ejercer el placer a través del cuerpo viene más bien en la lógica industrial y hedonista de la sociedad que consume productos en serie.
Ya entrados en el siglo XX, en los bordes indefinidos de la Revolución Mexicana, Efrén Rebolledo publica Caro Victrix en 1916, con el signo inequívoco del triunfo carnal (caro=carne, victrix= victoria), que sí se enmarca en nuestra concepción de erotismo: "Embiste el sexo con la enhiesta caña/ igual que si campara en un torneo,/ y con mano feliz ase el trofeo/ de la trenza odorífera y castaña". Rebolledo devela la hipocresía del pudor porfiriano y engrandece de manera lúdica la sensualidad un tanto inocente y glorifica el cuerpo femenino: "En el vivo combate, los pezones/ que se embisten, parecen dos pitones/ trabados en eróticas pendencias". La glorificación del cuerpo a través del cuerpo, de sus fluidos y de sus márgenes que se desbordan como ríos en crecientes, dejan de ser la "cárcel del alma" medieval y romántica, transitan por la "mecanización" del artefacto más perfecto del universo (de factura divina) de la lógica decimonónica recién conocedora de la fisionomía interna del cuerpo humano, para ser ya no un apéndice, sino parte misma del hombre. Poco después, López Velarde hará gala de tal maestría para esconder y mostrar simultáneamente su deseo erótico cargado de culpas, como Paz ha señalado al compararlo con Baudelaire.
Sin embargo, la pregunta esencial ¿hubo poesía que festejará los placeres de la carne con la inteligencia y la consistencia, con la develación de la palabra entredicha o la entrelínea suspicaz y aguda, con la franqueza del desenfado, anterior a la de Rebolledo? La respuesta seguramente daría para el doctorado, posdoctorado y toda una letanía de investigaciones para los especialistas. Pero eso se los dejamos a la Academia y sus papeles certificados.
Comentarios: heberquijano@yahoo.com.mx
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