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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

Mantarraya

Curiosidades sobre insectos seductores

Por: Heber Quijano

Las costumbres reproductivas de los insectos son perturbadoras: los bailes de los escorpiones en noches de luna llena, el cortejo casi pirotécnico de las luciérnagas, la entronización de la abeja reina, la decapitación y el canibalismo sexual de la mantis. Impresionantes y clarificadoras. De algo nos servirá apreciar a los insectos, sin pretender catequizar claro, porque para eso están los respetables y siempre sabios curas alebrestados desde su púlpito dominical, muchos menos con el afán de psicoanalizar las costumbres amorosas de una sociedad como la nuestra, tan reprimida, mojigata, restrictiva y que a la menor provocación hace del comentario un juicio. Luces. Basándonos en Roger Caillois y su estudio acerca de la mantis religiosa, veamos un poco como se refleja la vida misma en las representaciones que nos hacemos de ella.

En el cortometraje Mantis religiosa basado en el cuento del excelente narrador Mauricio Molina, la protagonista, toda una femme fatale (Blanca Guerra si no me equivoco), devora sexual y emocionalmente al incrédulo entomólogo (Dario T. Pie), en una metáfora o certero ejercicio de biología comparada, diría Caillois, pues: "La hembra devora al macho durante o después del apareamiento. Así, los naturalistas distinguen en la mantis religiosa la forma extrema de la estrecha relación que con bastante frecuencia parece unir la voluptuosidad sexual y la voluptuosidad nutritiva". Claro, los pecados supremos son la gula y la lujuria, gemelos del apetito insaciable. Sin embargo, no es el único insecto que devora a su amante o lo usa de alimento para sus crías; también lo hacen ciertas tarántulas, escorpiones y la mosca-escorpión.

Caillois sostiene que "la mantis tal vez sea el insecto que más impresiona la sensibilidad humana; sus costumbres nupciales corresponden a un temor […] capaz de despertar fuertemente [la] imaginación". Su rostro, las tenazas que simulan la plegaria, el seguimiento visual de su pupila, hacen entender por que "el aspecto antropomórfico de un elemento parece fuente infalible de su imperio sobre la afectividad humana", igual que los casos de la mandrágora y el vampiro (éste con pulgar opuesto y pene muy similar al humano). A fin de cuentas los seres humanos no dejamos de ser animales instintivos.

Después de la estimulante ejemplificación de los casos en que algunas tribus entronizan la imagen simbólica de la mantis (como la egipcia con los escarabajos, la azteca con las mariposas y la de la Revolución industrial con las abejas y las hormigas), queda claro el temor de la castración, creado por la aterrante idea de la vagina dentata, que ya ha sido convertido en diversos personajes: lamia o mormolias, que se pueden distinguir desde cuentos esquimales, la literatura gótica, el célebre poema de Keats, y una variante Latinoamérica conocida como la Mulánima; o la Giftmädchen o "mujer envenenada", cuyo sexo envenena (metáfora de las enfermedades venéreas). No por nada Novalis escribió que: "El deseo sexual tal vez no sea sino un apetito disfrazado de carne humana".

 

Roger Caillois (1998), El mito y el hombre, México, FCE.

Comentarios: heberquijano@yahoo.com.mx

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