Susana Harp y su voz mestiza en Toluca
La cantante oaxaqueña usó un arma poética contra la lluvia que llegó a la Plaza de los Mártires Por: Silvia Márquez / Toluca Poca gente. Menos de cien personas esperaban el concierto. La tarde gris, lluviosa; a la expectativa de lo que se vislumbraba como la mejor oferta cultural en el programa de Festiva 2008. No habría cancelaciones de los espectáculos, decían los organizadores. El día anterior, el lunes, la gente permaneció bajo la lluvia para escuchar a un grupo de música vernácula y esperaban que la noche del martes pasara algo similar con la presentación de Susana Harp. Músicos oaxaqueños de la Banda de Tlahuitoltepec salieron al escenario. En su mayoría rostros que no alcanzaban los 20 años de edad miraron con expectativa a la audiencia, mientras sus manos, acostumbradas a los instrumentos de aliento y percusión, acomodaron los atriles y las sillas. El ritmo del viento fue la invitación a las personas que dudaban en ocupar alguna de las localidades de la Plaza de los Mártires, pero poco a poco, conforme los minutos transcurrían, los sonidos del Istmo de Tehuantepec cobijaron a los asistentes, quienes no sintieron la lluvia cuando la figura de Susana Harp cruzó el escenario apoyada en un bastón y agradeció la presencia de todos a pesar del clima. Con El Feo, Harp inició la noche. Los coros apagados se completaron con las palmas al final de la canción que fue interpretada en español y zapoteco. De esa manera comenzó el periplo musical por la tradición sonora de los pueblos sureños de México. Durante la velada se recordaron las letras de Andrés Henestrosa, así como obras de dominio popular y parte de la investigación de la cantante que recopila seis siglos de canciones en castellano y en siete idiomas indígenas. A lo largo del recorrido, se unieron más peregrinos de la cultura para llenar los huecos de la plaza. El ritual permaneció a lo largo de casi dos horas, "nada comparado con las 15 que viajaron los músicos para llegar hasta ustedes", decía la intérprete de Xquenda. Ante los aplausos y las peticiones de la audiencia, Susana Harp prometió ampliar su repertorio y el de la Banda, mientras aprovechaba para anunciar la próxima grabación del segundo volumen de Sones de Tierra y Nube. La voz de Susana Harp mantuvo un ambiente pocas veces visto en Toluca, limpio y lleno de contrastes. Los misterios de los pueblos originarios de México permanecieron en el aire, mientras el tejido musical que propuso el espectáculo los ataba a las palabras pronunciadas entre cada acorde. Después de anunciar el final del concierto, el público pidió retener el instante y Susana Harp ofreció una nueva interpretación de El Feo, para después dar paso al vals de Macedonio Alcalá Dios nunca muere, el cual cerró la noche al hablar del dolor del pueblo oaxaqueño obligado a migrar a otras tierras en busca de mejores oportunidades. Así la historia de Festiva 2008, de sus cantantes y su público, que ante el anuncio de los conciertos de Emmanuel, Belinda y Pepe Aguilar, mantuvo silencio, meditabundo, en busca de mejores oportunidades.
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