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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

La Ventana Indiscreta

La Ventana Indiscreta

 

 

 

 

 

El Huésped

 

 Por: Eridania González Treviño

 

"Cuando un animal asesina a un humano, hay que matar al animal, como en un acto de humanidad…"

 

Dos años más tarde de su creación y estreno en Corea del Sur y Europa, El Huésped (Gwoemul, 2006) llega a México con proyección en pocas salas del país y, por ende, con muy poca audiencia. Sin embargo, para aquellos que gustan del cine Asiático y de la ficción fantástica de toque inteligente, este filme, dirigido por Joon-ho Bong, coescrito con Chul-hyun Baek, ofrece 120 minutos de emociones encontradas: miedo, risa, llanto y desesperación.

El cine coreano contemporáneo se ha caracterizado por sus excelentes producciones de tono y leguaje propios, ésta no es la excepción. A partir de un argumento aparentemente sencillo y en su totalidad fantástico, cuya premisa fue inventada en la década de los cincuenta –por Godzilla, para ser exactos–, y que con posterioridad fue reutilizada tanto que podría juzgarse como uno de los lugares comunes de las películas de monstruos, El Huésped desarrolla su temática basada en la creación accidental de un ser mutante terriblemente feo, producto de sustancias toxicas arrojadas al río Han de Seúl, algunos años atrás.

Sinopsis que de entrada parece aburrida y fácilmente descartable de la no muy extensa lista de películas de los exigentes y muy elitistas cinéfilos de la región. Engaño total, El Huésped alberga en su entramado un argumento del género de lo fantástico y de inverosimilitud agradable, que disfraza un discurso crítico en tono burlesco.

Sutiles exposiciones de la estupidez estadounidense y su eterna intromisión voluntaria en asuntos privados con intenciones de dominio mundial, así como su gran experiencia y buen resultado en el tema de la manipulación de las masas a partir del miedo, además de una ridiculización del propio Gobierno coreano, que de alguna manera responde como todos los Gobiernos del mundo sometidos por la ideología del cultivo del pánico, característica de nuestro vecino del Norte, que vista desde lejos y muy frívolamente, es verdaderamente ridícula.

De esta manera, el monstruo acuático de Corea del Sur, muy semejante a un axolote de dimensiones extraordinarias, es el pretexto perfecto para que Estados Unidos expanda el rumor de la existencia de un virus letal y de enaltecer –una vez más– a un soldado yanqui que luchó cuerpo a cuerpo con el húmedo y extraño ser, escenas que por supuesto no existen pero que nuestro personaje amigo el televisor se hace cargo de emitir. Aquí, un guiño más de la invasión estadounidense.

Más allá de la crítica social, EL Huésped se conforma de secuencias de acción de perfecta realización, protagonizadas por personajes atípicos. Antihéroes obligados a resolver el enredo de una trama, cuyas situaciones nacen de la casualidad o de las acciones erróneas de unos y otros. Personajes completos que lograrán la empatía del espectador por su cotidiana imbecilidad, por su mundana existencia o por su infantil naturaleza.

Pocos son los momentos de seriedad discursiva y cuando los hay, esa gravedad enunciativa se ve perturbada por una acción cómica que desemboca, casi en todas las escenas con la misma secuencia, en risa generalizada, aunque después un suceso dramático o sorpresivo nos ocasione un nudo en la garganta o el salto furtivo de nuestra butaca.

En el caso del miedo ocasionado por el enorme monstruo tiene efectos muy extraños, por lo menos en mí. No nos enfrentamos a una creación imaginada de la nada y conformada por elementos dispares que den como resultado un grotesco informe, al contrario, ver un ente tan similar al axolote pero de grandes proporciones hace que por lo menos una noche temamos incluso a los charcos de nuestro poblado.

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