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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

Mantarraya

José Cruz, chaman de asbesto

Por: Heber Quijano

Leyendo "Las razones del diablo" del colega Dionicio Munguía sobre el fatídico destino de José Cruz, vocalista y columna vertebral del legendario grupo de Real de Catorce y también recordando otra de Félix Morriña, me invadió, como virus de esa enfermedad aristotélica que es la melancolía, una frágil sensación de desazón, cuyos ecos de blues, woogie y rag timbran todavía en mi juventud con las espinas que ampulan la mente: la poesía de José Cruz.

Si bien él no era el único compositor de las canciones de Real de Catorce, sí era el más comprometido con la música y la poesía. El lector no se dejará engañar, y yo, en abono a mi sinceridad, debo confesarme adicto a Real de Catorce, sobre todo a sus letras, que me han influido un poco. A pesar de los grandes vaivenes en su música y en la misma agrupación, a pesar de la desaparición del magnífico bajista Juan Cristóbal Pérez Grobet o del guitarrista Julio Iglesias, incluso con sus primeros discos incipientes y a veces hasta monótonos. Las razones supuestas de la petulancia y/o los arrebatos de José Cruz no importan. El show debe de seguir.

Irreverente, cáustica, incisiva, maliciosa, libre, así era la lírica de José Cruz. Con su afán de escandalizar a veces, y con otro poco de sinceridad, los halagos al desierto azul de la población fantasma potosina, Real de Catorce, y de su santo patrono, Hikuri, dios del peyote, se estampan en una lógica muy congruente: el poeta, rebelde, pendenciero y dispuesto a conducirse por el camino de los excesos, quiere tomar la batuta del chaman, pero del chaman citadino: en la música, en la poesía, en la vida, el amor y la sexualidad. Los casos son muchos: "La visita del adulto termina ahora/ huellas de esperma seco en tus muslos/ ¿qué escondes debajo de la falda?/ ¿un monte divino?/ a Jesús repartiendo pan y pescado?/ tú pecas y arrebolas de lujuria/ vienes una noche después de misa y gata mía/ necesito amor: ámame".

Las alusiones a una probable castrante educación católica son muy recurrentes: "En las calles todos mastican tu nombre / en los bares saben cuando te tiñes el pelo/ el firmamento huele a tu perfume/ Dios lleva un beso tuyo en los labios/ No es justo, te miro y me deprimo" (Lila). En otras ocasiones quedan explícitas, como el canto mariano de "Niña Virgen María" o en "Pago mi renta con un poco de blues". Por otro lado, al igual que otros cantantes, podemos percibir la influencia de poetas: en este caso de los poetas malditos, de Blake y del propio Jim Morrison, que también sabía bastante de poesía y que incluso ha sido ubicado en un libro sobre literatura de Eugenio Núñez Ang, y de quien toma la actitud provocadora en los conciertos.

Así, pues, con todo el candor amargo del peyote, de la mariguana y el alcohol, "dame de esa medicina, que me ayuda a vivir", José Cruz quedará cabalgando entre los poetas y los cantantes, y en esa linde híbrida que comparten Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Rockdrigo, Jaime López, John Lennon, Bob Dylan, por mencionar algunos poetas con musas eléctricas, que tanto le hacen falta al círculo musical.

heberquijano@yahoo.com.mx

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