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IMPULSO Estado de México || Sección Cultural

“La música es una gran fuente de sabiduría”: Horacio Franco

“La música es una gran fuente de sabiduría”: Horacio Franco

El flautista mexicano se presentará este domingo en el Festival Internacional Cervantino como parte de los festejos por sus 30 años de carrera

Por: Silvia Márquez / Toluca

Horacio Franco opina que si a la gente en este planeta se le educara con las Bellas Artes, el mundo sería otro. Él conoce el mundo de la belleza, el ambiente de la música y la difusión de la cultura como un modo de vida y la única manera que tiene el ser humano para evolucionar.

El flautista mexicano, con gran reconocimiento internacional, dijo en entrevista que es hasta este momento cuando la sociedad "se está dando cuenta", a su gusto demasiado tarde, "que la sensibilización es uno de los puntos clave para que los grupos humanos funcionen bien, el problema es que dejamos ir esto demasiado lejos en cuanto a la difusión extensiva de la violencia y, evidentemente, con la desigualdad social que hay en este país y en todo el mundo, se ha ido recrudeciendo cada vez más".

Franco ha destacado por desenvolverse en la música dejando la solemnidad de lado. Él considera que el primer enfrentamiento de la gente con dicha manifestación artística puede ser el inicio de un gran camino.

"Toda la gente en este planeta siente lo mismo pero lo manifiesta de manera diferente, por ejemplo, tuve un concierto muy emotivo en Puebla, fue con niños de secundaria y prepa y una de las principales cosas que veo es que tienen una curiosidad enorme. Lo que pasa es que no están en contacto con las artes sino con los medios masivos de comunicación, que lo primero que difunden es la cultura con minúscula y la cultura con mayúscula la dejan al último como un lujo no necesario", dijo.

En medio de esta vorágine actual caracterizada por un desencanto del mundo, Horacio Franco se redefine en cada presentación, en sus 30 años de carrera. La irreverencia de sus presentaciones "ha sido uno de los lemas de mi carrera y una de las claves de que me haya ido bien. Ha sido simplemente la sensatez de que dejo un mensaje de amor, de conocimiento, de sabiduría y de maestría de los compositores a un público que me escucha y que se lo doy con la mayor honestidad posible. Ese ha sido el eje de mi carrera, no tener ningún estereotipo. Como no toco música del siglo XIX, no entro en las tradiciones de la música clásica como el esmoquin y toda la seriedad de la sala de concierto".

Precisamente hace unos días el músico se presentó en el municipio mexiquense de Tlalmanalco en el marco del Primer Festival de Música Antigua de esa localidad. Al lado del cantante Vladimir Rueda, Franco interpretó su programa "Paradojas barrocas y medievales", en donde aborda diversos estilos de las composiciones antiguas.

Al respecto, Horacio Franco ha llevado sus notas entre las partituras de compositores anteriores al barroco.

"Los que nos especializamos en este tipo de música, evidentemente no tocamos la del siglo XIX, pero la música del XVIII, XVII y XVI es considerada como antigua, lo cual es un poco banal, también porque la música medieval son totalmente diferentes y casi contraria a la música barroca.

"La música antigua no es una sola música sino que hay muchas, incluso antagónicas y repelentes entre sí por los estilos de composición, por los estilos de pensamiento para los cuales la música sirvió.

"La música occidental es una gran fuente de filosofía, de sabiduría, de amor, de belleza, finalmente de arte, pero que es muy diferente la una de la otra. La música barroca no tiene nada que ver con el Medievo, y nosotros hacemos una muestra de música barroca y medieval que son totalmente antagónicas entre sí".

Finalmente, Horacio Franco explicó que la música antigua europea se desarrolló principalmente en el seno de la iglesia para después llegar a las cortes imperiales, "hasta que se desarrolla un grado maravilloso que se transforma después en lo que sería la música clásica y romántica. Sin embargo, no se toca muy seguido en las salas de concierto porque no entra en el mundo de la música sinfónica".

Es por eso que el flautista se ha dedicado a recorrer México y el mundo con un bolso cargado de composiciones antiguas. Por ejemplo, mañana se presentará en el Festival Internacional Cervantino con ocho estrenos de obras de jóvenes compositores mexicanos mezclados con flauta y medios electrónicos del proyecto "Prácticas de Vuelo".

 

Silencios Estereofónicos

Silencios Estereofónicos

 

Histórico y memorable concierto de Andrés Calamaro en el Auditorio Nacional

Por: Félix Morriña

Para cuando ustedes seguidores y conocedores de la obra musical del cantautor argentino Andrés Calamaro estén leyendo esta columna, seguro ya hicieron lo propio con los demás medios impresos y electrónicos sobre el conciertazo que ofreció en el Auditorio Nacional este pilar de la música del rock en la lengua de Cervantes. ¿Qué más puedo decirles que no hayan ya consultado, leído e incluso reseñado mentalmente por ustedes mismos? Bueno, más allá de mi compromiso periodístico con los lectores de este espacio, debo confesar mi beneplácito por reseñarles a todos los que no pudieron estar presentes la histórica noche del lunes 13 de octubre en el recinto de Reforma y Campo Marte de la capital del país.

¿Por qué histórico el concierto de Andrés Calamaro? Porque tuvimos que esperar casi tres décadas para verlo por vez primera en concierto en México. Como muchos saben, Andrés Calamaro tiene más de cinco lustros de experimentada, atropellada (por los excesos con la cocaína y el alcohol), exitosa, pero sobre todo concluyente e incluyente carrera artística, por lo que es considerado, al lado de Luis Alberto Espinetta, Pedro Aznar, Mercedes Sosa y Charly García, entre otros iconos culturales del Cono Sur, una de las más importantes figuras de la música contemporánea en habla hispana.

También histórico porque el autor de ‘El salmón’, ‘Estadio Azteca’, ‘Tuyo siempre’, ‘Te quiero igual’, ‘Alta suciedad’, ‘Sin documentos’, ‘Paloma’, ‘Me arde’ y ‘Flaca’, entre otras canciones que fueron interpretadas en poco más de dos horas esa noche de luna llena, se entregó íntegramente, canción a cancón, a un ansioso y eufórico público que abarrotó uno de los mejores lugares para conciertos de América Latina. Sin exagerar, pocas veces he tenido la oportunidad de ver una entrega como la de Calamaro en estas dos décadas de servicio periodístico.

Es más, cuando estuve en el Festival Cosquín Rock en Córdoba, Argentina, en el año 2002, donde estuvo como invitado especial Calamaro (sin actuar, porque no estaba programado), pensé que no iba a ver una entrega igual como la que ofrecieron de manera independiente Pappo Blues, Bersuit Vergarabat, Fito Páez, Charly García y demás agrupaciones representativas del rock argentino, pero me equivoqué, porque el debut escénico de Calamaro con los mexicanos dejó atrás esa premisa y qué bueno, porque siempre este interlocutor como el público exigente desea ser sorprendido una y otra vez por las grandes figuras.

Las 10 mil personas que estábamos presentes en el Auditorio Nacional quedamos afónicos y exhaustos porque no dejamos de cantar, brincar, hacer olas, corear, gambetear, bailar tangos rockeros, además de ser parte de la mejor hinchada pambolera existente en ese recinto-estadio para ver a un equipo de músico jugadores rockeros campeones del mundo. Sí, en eso se convirtió el concierto de Andrés Calamaro y compañía, en un encuentro festivo masivo musical con tintes tangueros, rockeros y pamboleros.

¿Que quién ganó en este encuentro? Todos. Andrés, sintiéndose Cristóbal Colón, un día después de celebrar el Encuentro de Dos Mundos (o el Día de la Raza, como ustedes deseen), besó suelo mexicano en el entarimado del Auditorio Nacional, como una manera de agradecer a México la espera, por conocer su música sin la necesidad de promoción personal, porque como sabrán, ni él mismo sabía de su fama en Tierra Azteca e incluso declaró en las entrevistas que tenía miedo de subir a ese escenario donde han actuado infinidad de artistas de su nivel. Hasta bromeó con meterse una rayas de más de ese polvo que por poco le deja sin cerebro años atrás, para no caerse de la emoción.

¿Coincidencias? Podría ser, pero sabiendo de la pesada maquinaria que hay detrás de un artista como Calamaro, pocas cosas se dejan a la improvisación. El hecho de que haya besado el piso del entarimado tiene que ver con otras cosas, además de lo anteriormente dicho. Primero, Andrés Calamaro decidió hacer su carrera artística en España, después de que en Argentina ya era una figura con la agrupación Los Abuelos de la Nada. Entonces, coincidir con la fecha del Día de la Raza fue una buena acción de su parte. Segundo, tanto él como el público se merecían un concierto con lo mejor de su trayectoria musical, lográndolo cabalmente, aunque debo señalar que algunas piezas sonaron demasiado rockeras cuando debieron ser ejecutadas más con el teclado para escucharse como originalmente están grabadas en los discos. Finalmente, eso importa poco.

Calamaro trae consigo a músicos contundentemente rockeros, al grado de traer consigo una playera con imágenes de leyendas del género bien justificadas, como Hendrix en el caso del seis cuerdas Julián; Velvet Underground, en el caso del baterista José "El Niño" Bruno (por cierto integrante de la banda ibérica punk Def Con Dos) y la playera del Festival Rockola por parte del bajista Candy Caramelo, quien ha actuado al lado del mítico Miguel Ríos. El resto de los músicos que le acompañan son el tecladista Tito Dávila, fundador de Los Enanitos Verdes, y los guitarristas Diego García y Genaro Caramelo.

Cómo no iba a sonar rockero si trae tres guitarristas, un bajista, un bataco y un tecladista. Seis músicos de gran nivel, algunos de ellos ya habían estado en México y seguro le recomendaron un set conformado por 26 temas, tanto viejos como nuevos (del disco del 2007 "Lengua popular", de los que interpretó ‘Los chicos’, ‘Mi gin tonic’, ‘Carnaval de Brasil’ y ‘5 minutos más-mini bar’), estructurados para concierto masivo. Por cierto, las pantallas utilizadas (dos al costado, más un panel al fondo del escenario) daban esa impresión, aunado a un cuidadoso sistema de iluminación. El audio por momentos no satisfacía a este interlocutor, pero fue superado conforme pasaban los minutos.

Como era de esperarse, Calamaro utilizó una playera con la imagen del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata y su ¡Viva México, cabrones! Un cliché muy manoseado, pero también muy aceptable para alguien que no había estado en México en concierto. Entre los presentes estaban sus parientes de segundo grado, el pianista y compositor Guillermo Briseño y la cantante Hebe Rosell, a quienes mandó saludos. Otra de las cosas que se esperaban hiciera el fundador de Los Rodríguez fueron los discretísimos homenajes a sus grandes influencias entre rola y rola, como fue a Elvis Presley, Bob Marley y Lou Reed. En la canción ‘Mujer mundial’, Calamaro nos recordó a Benny Moré con esa musicalidad caribeña y por la parte rockera a Gary Moore, al grado de que podemos decir que en esa pieza en especial estábamos escuchando a Gary Moré y Benny Moore.

En ‘Te quiero igual’ terminó fusionándola con ‘No Woman No Cry’ de Bob Marley. Una maravilla. Para algunos de los presentes, Andrés Calamaro puede ser el peor de los cantantes de tango y boleros (así lo llegaron a comentar), pero su estilo convence a miles y cientos de miles en el mundo conocen a estos dos grandes géneros musicales, gracias al argentino-español.

¿Se me escapó algo, mi exigente lector? Estoy a tus órdenes en el siguiente correo electrónico:

 

fmorrina@yahoo.com.mx.

Las razones del diablo

Las razones del diablo

 

Premio Nobel 2008

Por: Dionicio Munguía J.

 

Por más que intento recordar algún libro que haya leído de Jean-Marie Gustave Le Clézio, encuentro un vacío alarmante. Y no es la primera vez que me sucede. En varias ocasiones me he visto ante la necesidad de investigar quién es el ganador del Nobel, qué obras ha escrito, dónde demonios puedo encontrar textos o libros nada caros, porque siempre sucede lo mismo, cada vez que el nombre es dado a los medios, casi de manera inmediata se eleva el costo de los libros (si es que existen traducidos al español y en las librerías del país). Algunas veces he tenido que repasar los libreros de las bibliotecas cercanas, ya sean públicas, privadas o de amigos que no saben exactamente qué es lo que tienen en sus libreros.

Pero fuera del fragmento de cuento publicado en Milenio, que por cierto no es nada malo, a Le Clézio definitivamente no lo conozco, y eso que argumenta una estancia de más de doce años en nuestro país, viviendo en la ciudad de México, vagando por diferentes sitios tanto en Yucatán como Chiapas, Tabasco y zonas no tan conocidas pero interesantes para el autor francés. Y es posible que la realidad que vivió Le Clézio en México sea tan diferente en estos momentos, que su recuerdo más inmediato haya cambiado de ambiente y sea tan solo un espejismo, como muchos otros recuerdos que tiene la literatura universal.

Y los Premios Nobel, que no han sido entregados en siete ocasiones, tienen una historia que contar. La más reciente es el espía que, al parecer, ha hecho de las suyas en los últimos años, proporcionando el nombre de laureado días antes que la información llegue a los medios de comunicación. Ese secreto que tanto ha defendido la Academia Sueca ahora está en problemas de credibilidad. Aunque la Academia ha tenido estos problemas desde hace mucho tiempo, cuando se comentado que los premios, algunos más que otros, obedecen a razones políticas y no necesariamente literarias. Eso ha empañado la carrera de Toni Morrison, una de las pocas escritoras de color que han sido premio Nobel, además de norteamericana.

O el premio nunca dado, aunque todo el mundo pensará que el nombre sería el lógico y la presencia de Pinochet junto a la imagen de Borges impidió, políticamente hablando, otorgarle la distinción al escritor argentino, como también le sucedió a Cortázar. O el otorgado a Nadime Gordimer, sudafricana defensora de Mandela, quien acaba de salir de la cárcel después de más de veinte años de prisión. O la aparición de Naguib Mahfouz y la necesidad de aplacar, dicen, el medio Oriente sumergido en un fuego atroz.

La realidad de los cinco latinoamericanos que han recibido el premio Nobel es diferente. Épocas en donde las expectativas se diferenciaban con la calidad de los autores, tal vez más reconocidos a nivel mundial que los recientes galardonados del Nobel, a excepción de Harold Printer, Doris Lessing, Gunther Grass, José Saramago y Darío Fo. Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias y Gabriela Mistral tenían o eran más conocidos fuera de sus países y en sus países, aunque su obra, por momentos, era impenetrable para los lectores.

A Le Clézio lo conoceremos de manera más amplia en este año de Nobel, hasta el próximo, cuando, con espía o sin él, la Academia Sueca dé nuevamente el nombre de Premio Nobel de Literatura. ¿Y por fin será el año de Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa o Mario Benedetti? El año que entra lo sabremos.

Mantarraya

Mantarraya

Huxley y la psicodelia 

Por: Heber Quijano 

Envuelto en el halo hippie de hace cuarenta años, me encontré un inteligente ensayo de Aldous Huxley, en El camino al infierno, editado en 1971, respecto al consumo de sustancias psicotrópicas, desde su formación tan inglesa. Es popular la fascinación que provocaron dichas sustancias en los artistas de la posguerra. Desde la peregrinación de los beatnik, encabezados por Allen Ginsberg y con la impulsividad de William Burroughs como punta de lanza y cuya gran influencia haría de Jim Morrison un devoto más, hasta la convivencia intrínseca de Antonin Artaud con los tarahumaras, sin olvidar las míticas Enseñanzas de Don Juan de Carlos Castaneda. Con el descubrimiento de Albert Hofmann, quien experimentaba con alcaloides del tizón (hongo pequeño) del centeno para crear un estimulante circulatorio y respiratorio, de la Dietilamida de Ácido Lisérgico (LSD), reverenciada por Timothy Leary; y con la mezcalina del peyote, dicha generación abrió las puertas de la percepción para colorear el sufrimiento de la posguerra y alumbrar al mundo con la utópica consigna: Amor y Paz.

La gran depresión espiritual, provocada por los valores de la sociedad industrial y los estragos de la guerra, incitó a estos espíritus tan asfixiados por los rascacielos a fugarse hacia la espiritualidad tribal y chamánica de las etnias, de la misma forma como Mattise y Gauguin recuperaron la plasticidad del color en el arte popular africano y caribeño. Huxley pretende darle una justificación psicosocial, en su muy británico estilo: "Especulé en términos de ficción sobre las formas en que una sustancia afín a la psilocibina pudiera utilizarse para dar potencial a la educación no verbal de los adolescentes y para recordarle a los adultos que el mundo verdadero es muy diferente al mundo tergiversado que han creado para sí mismos por medio de sus prejuicios condicionados por la cultura"

Para Huxley, "la mente colectiva del hombre tiene un alto grado de viscosidad y fluye de una posición a otra con la determinación involuntaria de una marea de lodo [por eso quiere encontrar en los psicotrópicos] mejores solventes para licuar el lodo pegajoso de un estado mental anacrónico", debido a que " a través del uso de sicodélicos que no sean dañinos [se podría impartir] un curso de conversión de experiencias o éxtasis químicamente manipulados; creo que esto proporcionará todas las fuentes de energía mental, todos los solventes contra el lodo de los conceptos, que necesita un individuo". Sin duda, Huxley sabía perfectamente del poder que ciertas sustancias tienen, pero quería demandar su uso en el sentido más espiritual posible, en el sentido contrario en el que las usan ahora nuestra generación: como sedante. Pero no el sedante para enfermos terminales (como el caso de la morfina, la mariguana y el propio LSD), sino para desmentir este patético ciclo que nos toca vivir, y que además se está adueñando de nuestra putrefacta sociedad con su apéndice más sintomático: el narcotráfico. 

heberquijano@yahoo.com.mx

Un canto de alegría en Toluca

Un canto de alegría en Toluca

La OSJEM y el Coro de la OSEM interpretaron la Novena Sinfonía de Beethoven con una sala llena que exigió arte y cultura los domingos

Por: Silvia Márquez / Toluca

En medio de un ambiente de violencia, de voces oscuras que inundan el espacio, se alza un grito en el silencio: "¡Oh amigos, dejemos esos tonos! / ¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría!".

Es el cuarto movimiento, que ha sobrevivido los apoteósicas pasajes de los movimientos precedentes. Una melodía mundialmente famosa comienza para dejarse llevar con recapitulaciones de la obra, a lo cual los violoncellos contestan con una tonalidad oscura, hasta que una voz irrumpe con la tesitura de barítono: "Amigos no en esos tonos..."

Ante la petición viene la alegría, bordada primero por la orquesta y luego por el coro. Cellos, flautas y oboes recrean el clima postrevolucionario francés y las voces llegan a niveles estremecedores para dar el desenlace de sinfonía único en medio de un ejercicio operístico.

Es el 7 de mayo de 1824. Diez años después de su última sinfonía, la Octava, Ludwig van Beethoven ofrece al mundo su Novena Sinfonía, en re menor.

El Teatro de la Corte Imperial de Viena es el escenario de una presentación que se caracteriza por la abrumadora presencia de celebridades de la época, aristócratas, nobleza y todo el morbo que desencadena un Beethoven sordo, abandonado y casi moribundo. Ningún habitante del corazón cultural de la Europa del siglo XIX quiere perderse lo que, se presume, sería la última aparición pública del compositor alemán. Efectivamente fue así: en los tres años siguientes Beethoven se recluyó en su casa aquejado de diversas enfermedades lo llevaron a los brazos de la muerte.

En el programa de mano se puede leer: «Gran obertura Op.124.Tres grandes himnos con solos y coro. Gran sinfonía con un final en el que toman parte solos y coros sobre el texto de la Oda a la alegría de Schiller».

Beethoven toma la batuta y le da la espalda al público. No es capaz de escuchar nada de lo que ha creado. Su sordera es total. Las crónicas cuentan que cuando la sinfonía concluyó, el teatro se desbordó en aplausos, y una solista tuvo que acercarse al maestro y girarlo para que viera, entre lágrimas, a todo el público puesto de pie.

La escena de la Novena de Beethoven se repite una y otra vez. El mundo la escuchó con la misma emoción la noche del 9 de noviembre de 1989 durante la caída del Muro de Berlín y, desde 1972, como himno de la Unión Europea. Es una obra obligada para todas las orquestas del mundo y ayer llegó, por primera vez, a las manos de los músicos de la Orquesta Sinfónica Juvenil del Estado de México.

En un día poco usual para una presentación orquestal en Toluca, el domingo a las 12:30 horas, la Sala Felipe Villanueva lució casi llena cuando comenzaron los primeros acordes de la Obertura de la ópera Nabucco, de Giuseppe Verdi. Después, el director de la OSJEM, Mario Rodríguez Taboada, explicó al público que interpretarían un "canto a la humanidad" y una de las obras más importantes de la literatura musical: la Novena, conocida también como Sinfonía Coral.

Ante una obra de enorme duración, como esta, se necesitan grandes recursos para interpretarla y capacidad técnica que permita abordar las complejidades que llenan sus cuatro movimientos. La Novena se caracteriza por tener una textura que va desde el pianíssimo hasta el fortísimo, pasando por todas las intensidades intermedias. También es diversa en su estructura coral que abarca el recitativo o la doble fuga en la intervención de los solistas. Es un reto para todos los involucrados y, como los retos lo indican, se requieren varios esfuerzos antes de pasar la prueba.

La OSJEM y los solistas del Coro de la OSEM se enfrentaron a la primera etapa. El resultado de esta presentación debe verse como una búsqueda para comprender la obra y poder abordarla con la seriedad que requiere la que es, tal vez, la obra clásica más conocida del mundo.

Sin embargo el público aplaudió de pie, como la noche del estreno en la lejana Viena. Varios niños dejaron los juegos en la Alameda y fueron testigos de un primer acercamiento a la música clásica. Algunos rieron durante el concierto, había ruidos en la Sala, mucha gente y familias completas. Eso es lo que logra la música del genio alemán.

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«La Novena Sinfonía había llegado a ser el punto atractivo y místico hacía el que convergían todos mis pensamientos musicales. Despertó, en principio, mi curiosidad porque, según la opinión más extendida entre los músicos, y no únicamente los de Leipzig, Beethoven la había compuesto hallándose casi en un estado de locura. Estaba considerada como la insuperable cima del género fantástico e incomprensible. Ello bastaba para incitarme a estudiar apasionadamente a qué demoníaca inspiración se debía».

Richard Wagner, compositor alemán.

Una Quimera “para recuperar la dignidad de las plazas públicas”

Una Quimera “para recuperar la dignidad de las plazas públicas”

Eugenia León para abrir, a medio festival Serrat; Ana Belén y Víctor Manuel en la clausura

Por: Silvia Márquez / Metepec

A una semana de que comience el Festival Internacional Quimera, por fin fueron aclaradas las dudas de su programa. Mucho se comentó que Joan Manuel Serrat, de gira en México por su participación en el Festival Cervantino, se presentaría en Quimera. Los rumores fueron confirmados.

A la lista se suman nombres del mundo de la música como Eugenia León, quien abrirá el festival el próximo 17 de octubre a las 21 horas en el Parque Juárez, Great Voices of Gospel, Susana Harp, la "carta fuerte" del Festival de las Almas; Óscar Chávez, Gabino Palomares, Los Folkloristas, María Inés Ochoa, Regina Orozco, Betsy Pecanins, Los parientes de Playa Vicente, Mono Blanco, y para cerrar Víctor Manuel y Ana Belén en la Escalinata del Calvario el próximo 1 de noviembre a las 20:30 horas.

El ámbito literario presentará a escritores, poetas y analistas como Ernesto Cardenal, Alí Chumacero, Heinz Dieterich Steffan, Fabián Escalante y el investigador René Drucker. Además, Quimera será escenario de la presentación de ocho volúmenes de la historia completa del movimiento estudiantil del 68, relatada por el Comité de Huelga; algunos de sus miembros estarán presentes en este evento.

Calificado por Conaculta como "el mejor festival municipal del país", Quimera llega a su edición número 18 con un promedio de 130 actividades, la asistencia de 16 países con una marcada presencia latinoamericana y cinco escenarios -el Parque Juárez, la Escalinata del Calvario, el Auditorio de la Casa de Cultura, el Bar 2 de abril y el Foro Metepec-. Uno de los foros, llamado "el foro contra el imperialismo" recibirá a artistas de Cuba, Venezuela y Bolivia.

Según Óscar González, presidente municipal de Metepec, este festival costó "lo mínimo que puede costar un festival", alrededor de 6 millones 700 mil pesos y se espera una asistencia de más de 300 mil personas.

Con un perfil ideológico "lo más alejado posible a la derecha", González Yáñez dijo que a pesar del ambiente de inseguridad que envuelve a nuestro país, los eventos culturales son una forma de recuperar los espacios públicos, "como el Festival de Cine en Morelia, que permitió que la gente regresara a Morelia". Opinó: "es la única forma de recuperar nuestras plazas, que no podemos permitir que alguien nos las arrebate, con esto la sociedad mexicana está más allá de cualquier perversa intención".

Al referirse al público, dijo que esperan asistentes de calidad y no en cantidad, a pesar de que el año pasado se reunieron más de 300 mil personas en los días de actividad del festival, "a pesar de que no trajimos a nadie de estridencia como el pan y circo que se hizo en la Plaza de los Mártires de Toluca, que aprovecho para decirles que no hay que hacerle eso a la plaza, más respeto. Habrá quien diga que Metepec también hace eso, sí, pero las mandamos al palenque y respetamos nuestras plazas porque son expresión de toda una sociedad y le pertenecen a todo un pueblo, por eso hay que ser más respetuosos".

El edil anunció que este año, ahora sí, comenzarán los trabajos de remodelación del primer cuadro de Metepec, mientras se realizan las actividades se cerrará parte del centro, aunque aseguró que no afectará el desarrollo de Quimera.

Óscar González llamó a los artistas locales a "tomar las calles y los foros", pues en esta "Quimera alternativa", se permitirán todas las manifestaciones siempre y cuando no afecten el programa original.

En esta última edición organizada por la presente administración petista, se mantienen latentes varios pendientes que, en un ejercicio de autoanálisis, se resumen a una carta más amplia de artistas y el aforo de los escenarios en los que se presenta el Festival Internacional.

La ventana indiscreta

La ventana indiscreta

Krzysztof Kieślowski: El Decálogo

 

 

Por: Eridania González Treviño

 "No tomarás el nombre de Dios en falso"

En esta ocasión una oración de mandato será la que rija el comentario referente a la segunda película que conforma El Decálogo de Krzysztof Kieślowski: “No tomarás el nombre de Dios en vano", enunciado que resulta de otros dos establecidos en el Éxodo: "No tomarás en falso el nombre del Señor porque el Señor no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso". Éste, uno de los fragmentos más imperativo del Decálogo, muestra nuevamente el encuentro frontal entre la ciencia y la fe  en el discurso kieslowskiano.

En los mismos escenarios, con la misma sencillez cinematográfica, en la mínima cálida primavera de Polonia o quizás en su inicial otoño, Kieślowski coloca ante nuestros ojos la incidental muerte de una liebre. Sí, una vez más el conflicto filosófico entre la vida y la muerte y las limitaciones del hombre inmerso en el inmenso mundo de las casualidades.

La incertidumbre en la certeza temporal de la muerte es el motivo del argumento y, por supuesto, de las visiones antagonistas que al estar extraviadas buscan encontrarse en la certeza del otro. Ahora no son las matemáticas, aquí es el turno de la medicina.

Kieślowski la somete a los cuestionamientos más radicales y de oposición en los que se debate el hombre.

Un médico, al igual que el matemático, se apega estrictamente a lo comprobable, a lo que la razón pude ofrecerle materializada en hechos y verdades; sin embargo, por tratarse de un ciencia "menos dura" a causa de su relación directa del hombre con el hombre y éste como ser complejo y difícilmente interpretado, la medicina se bifurca y se convierte así en una ciencia oscura y extremadamente limitada.

La medicina se debilita ante los hechos menos inexplicables, que se salen de las páginas del libro para dejar de formar las filas de las estadísticas, aunque al final la muerte triunfe ante cualquier alegato científico o religioso. Tres personajes interpretan hechos universales. El médico anciano, que sus años lo envisten de sabiduría y experiencia, de conocimiento científico y empírico, de prueba y error, representa en el mundo terrenal al Dios palpable de los hombres, al que suplicamos asustados que nos salve la vida, que mitigue nuestro dolor, que nos ofrezca paz. Pequeños temerosos esperamos una solución completa ante el gigante de la manta reluciente y blanca, que con el suave y estratégico palmeo de sus manos como mágica omnipotencia alivia temporalmente el tormento y adivina nuestro mal.

Por otro lado, una mujer es el personaje más complejo, porque representa al ser humano que duda, que peca y exige certezas. Representa al antagonista del médico o de Dios, a quien pide la respuesta de una pregunta engañosa que jamás encuentra explicación. Exige a un hombre con sabiduría tan limitada como la suya, y que se disfraza absoluta, jure en nombre de alguien a quien no puede ver. El juramento, digamos, es la palabra que necesitamos escuchar cuando lo incierto reina en nuestro entorno.

Este juramento implica la seguridad de las cosas. Se jura con la verdad de los sucesos, pero éstos, caprichosos y celosos de su autonomía autoritaria, deciden, en ocasiones, cambiar su propio curso. Así, el tercer personaje, el enfermo terminal, podría levantarse de su lecho de muerte y sin explicación alguna seguir el curso de su vida, aunque en el camino no entienda por qué el mundo se desintegró por un momento como si alguien lo hubiera ocasionado en su perjuicio. Y vivirá a pesar de que su vida sea un "milagro".

Sí, un milagro de esos que en la ciencia no suelen darse muy seguido, Kieślowski lo retoma para debilitar la seguridad con la que la ciencia camina, lo expone para debilitarnos al evidenciar nuestro limitado mundo de creencias. Jurar en nombre de Dios en

vano es la afirmación de la inexistencia de lo absoluto, y la exposición del extraño mundo de las posibilidades, en donde todos nos sujetamos a las jerarquías imaginarias del hombre, olvidando a veces nuestra pequeñez ante el cambiante y absurdo juego de la vida, en la que impera lo inexplicable y el hombre sólo es sumiso de sus ordenes. La ciencia una vez más ha fallado castigada ante el monstruoso universo de lo divino.

Sueños de gastronomía prehispánica en Tepotzotlán

Sueños de gastronomía prehispánica en Tepotzotlán

Este fin de semana inició oficialmente el Primer Festival de Gastronomía Prehispánica en dicho municipio

Por: Silvia Márquez / Tepotzotlán

Tepotzotlán es el reinado máximo de la soledad. Es un largo poema en gris y en oro. Los ojos no sufren el tormento de la luz abierta, del tono crudo. Todo es tono menor y contraste lejano. Al fondo de los corredores monacales, de grandes arcadas solemnes, existe siempre una ventana en verde esmeralda, una puerta diminuta por donde asoman los rosales bañados de sol, un viejo pozo en el que las aguas tienen misteriosas resonancias.

Tepotzotlán es eterno. Parece que los talladores en madera balsámica, que los pintores de azulejos, que los albañiles sabios y los floricultores de maravilla, acaban de poner el último toque para la bendición litúrgica, rica en paños regios y en ofrendas de mirra.

Así es como, en 1924, Manuel Horta describió el municipio mexiquense que se alza entre siglos de historia y vida cotidiana. Hoy, Tepotzotlán continúa entre los pasos del tiempo manteniendo su rostro de, recientemente nombrado, Pueblo Mágico.

Dentro de su magia se extienden los puentes a diversas manifestaciones de la cultura; una de ellas, la gastronomía, encontró en dicho lugar de la geografía el nido perfecto para echar a andar un festival con sabores prehipánicos.

A partir de este fin de semana y hasta que octubre llegue a su fin, se realiza el Primer Festival de Gastronomía Prehispánica, que a la par incluye actividades culturales que aderezan los platillos que han trascendido la historia.

José Luis Casterona, director de Turismo de Tepotzotlán, explicó en entrevista con IMPULSO Estado de México que "nuestros pueblos prehispánicos adolecían del valor de la proteína, no existían muchas variables. Para armar estos platillos acudimos a especies menores, a insectos, en donde, a través de un estudio que se ha hecho por parte de algunos restauranteros complementado con el trabajo de la crónica del municipio, se logró conjuntar un recetario muy amplio".

En todos los restaurantes del municipio se ofertarán, al mismo precio, los menús hechos de jabalí o cocodrilo, por ejemplo. Al mismo tiempo los visitantes podrán asistir a un mercado de trueque en la cabecera municipal, en donde se retoma la idea primigenia del comercio.

Patrimonio cultural

Tepotzotlán encierra misterios que a través de programas integrales de turismo cultural buscan salir a la luz.

La influencia de la órden jesuita en la zona es innegable. Mónica Martí, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) relata una anécdota de la vida jesuita: "Un religioso jesuita pidió permiso a su superior para fumar mientras rezaba, y le fue negado; al otro día regresó y preguntó si podía rezar mientras fumaba; y le dijeron que sí". Esto, dice, es sólo un ejemplo de la habilidad de los jesuitas para lograr lo que se proponían, sin desobedecer jamás las órdenes de sus superiores, pues esta misma filosofía los religiosos construyeron grandes obras, como los Molinos de Xuchimangas.

Otro tesoro que aún se levanta es el Museo Nacional del Virreinato, que, como dijo José Luis Casterona, se le conoce como el Convento de Tepotzotlán. "Pero nunca fue un convento, fue un colegio en donde se preparaba a las órdenes religiosas para salir al norte de nuestro país a evangelizar".

Como parte del programa federal Camino Real de Tierra Adentro, se pretende que "así como existen dos rutas reconocidas internacionalmente (la ruta de la seda entre oriente y Europa o la de Santiago de Compostela en el norte de España), de la misma manera se trata de reconocer ese camino que siguieron las órdenes religiosas desde Tepotzotlán hacia el norte de nuestro país".

A la par Tepotzotlán espera el nombramiento de la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, proceso que según director de Turismo, "va muy avanzado, sin embargo son instancias del Instituto Nacional de Antropología e Historia que están haciendo la parte medular. Las organizaciones municipales contribuyen dando su información, el mismo consejo de Pueblos Mágicos protegiendo esa parte arquitectónica, de imagen también tiene que preservarse para que siga siendo algo histórico".